En las últimas semanas, el caso del ahora ex técnico de la Selección Nacional de futbol, Hugo Sánchez, ocupó un lugar preponderante en las páginas deportivas de los principales medios de comunicación.
Hugol, como se le conoce en el medio, tiene un ego tan grande como las hazañas deportivas que protagonizó en sus tiempos de jugador, donde llegó a brillar intensamente en el futbol español, particularmente como parte de la plantilla del Real Madrid.
Pero sus éxitos como jugador no los ha podido refrendar como técnico, al menos en su etapa al frente del seleccionado nacional, donde tuvo sonados fracasos; el más reciente fue no haber podido calificar a los Juegos Olímpicos de Beijing, China.
Sin embargo, Hugo Sánchez también se ha destacado por tener una lengua tan larga como su ego, y nadie olvida como criticó a Ricardo Antonio Lavolpe cuando éste fue designado técnico de la Selección Nacional.
Dese dese preciso momento, Hugo Sánchez inició una ofensiva en contra del argentino, criticando cualquier decisión que tomaba, como cuando llamó a varios jugadores naturalizados.
Y ni se diga cuando perdían un juego, pues en esos casos Hugo se daba vuelo criticando a La Volpe, y reiteraba su opinión de que había sido un error ponerlo al frente de la Selección.
Pero ya como técnico de la tricolor, Hugo empezó a ver las cosas de distinta manera, pues hasta le pareció correcto llamar a los naturalizados, y ante los reveses y críticas de que fue objeto solicitó tiempo, apoyo, comprensión y respeto a su trabajo.
Así las cosas, puede decirse que la actitud de Hugo Sánchez es semejante a la de los miembros de cualquier partido político, pues cuando son oposición se la pasan criticando a los funcionarios del Gobierno, y cuando se invierten los papeles, actúan igual y caen en los mismos vicios y prácticas corruptas que tanto criticaron antes de asumir el poder.