No cabe duda que lo que duele, duele, y ello quedó de manifiesto, una vez más, en la actitud que asumieron Televisa y TV Azteca a raíz de la reforma electoral aprobada por el Senado y el Congreso, faltando el aval de por lo menos 17 de las 32 legislaturas para entrar en vigor.
Argumentando, entre otras cosas, que con la reforma se coartaría la libertad de expresión, ambas empresas iniciaron una campaña mediática nunca antes vista tratando de evitar dicha reforma.
Alguien dijo por ahí que se veía raro que quienes normalmente han nadado a favor de la corriente, amén de que siempre han ajustado a las directrices de RTC y Gobernación, de repente se asuman como celosos defensores de algo tan preciado como la libre expresión.
Pero si la inusual actitud de ambas empresas fuera sincera, también habrían hecho pública su inconformidad y apoyo a la ciudadanía en otras ocasiones, por ejemplo, cuando el Gobierno o el Congreso han decretado o aprobado incrementos de precios como el más reciente a la gasolina, que, ese sí, le pegará a toda la población.
Pero la situación es otra, pues lo que en realidad disgustó a las televisoras fue el contenido de la reforma electoral, particularmente en lo que se refiere a la prohibición a partidos para contratar propaganda pagada en los medios en tiempos de elecciones.
Ello significa, ni más ni menos, que Televisa y TV Azteca dejarán de recibir cientos de millones de pesos y explica la inusitada reacción de estas empresas, pues el golpe va a donde más duele.