De la alternancia puede decirse que nos ha permitido descubrir la verdadera cara y personalidad de muchos políticos, o aprendices de políticos; aunque también ha ocasionado confusión y sembrado dudas entre la ciudadanía, que ya no sabe ni a quien irle, pues está plenamente demostrado que en todas partes se cuecen habas.
Y aunque existe el llamado voto duro, es un hecho que mucha gente se fija más en la persona que en el partido que los postula, y son ellos, precisamente, los que se han sentido decepcionados.
Otro efecto de la alternancia ha sido el chapulineo, que se agudizó a raíz de que otros partidos distintos al PRI empezaron a figurar y a ganar posiciones a todos los niveles.
Y es que antes no había de otra sopa, pues eran muchos los aspirantes y pocos los cargos en disputa; por eso, los que no resultaban favorecidos tenían que resignarse y seguir esperando.
Pero desde que empezó a declinar el dominio priísta y a ganar terreno el resto de los partidos, principalmente el PAN y el PRD, eso dejó de significar un problema.
Ahora es muy común que quienes no obtienen una candidatura por su partido, renuncien a él y de inmediato logren su cometido con las siglas de cualquier otro, aunque sean de ideologías totalmente opuestas, algo que no les quita el sueño, pues lo que en realidad les interesa es alcanzar el poder, y para lograrlo son capaces de todo.
Es obvio que a quienes brincan de un partido a otro dicha práctica debe parecerles algo bueno, sin embargo, sería interesante conocer lo que al respecto opinan el resto de los ciudadanos; aunque dicha opinión podría resultar más efectiva en las urnas electorales.