De acuerdo a la Convocatoria emitida por el CEN del PRI, en estos días debieron iniciar sus campañas los aspirantes a presidente y secretario general, cuya elección tendrá lugar el 18 de febrero próximo.
Quienes resulten electos rendirán protesta a principios de marzo durante la celebración de la Asamblea Nacional del tricolor.
Entre quienes aspiran a presidir al PRI figuran Beatriz Paredes Rangel y Enrique Jackson Ramírez, y sea uno de ellos, o cualquier otro, quien finalmente resulte “agraciado”, tendrá por delante una tarea titánica y en notoria cuesta arriba para tratar de ir recuperando lo mucho que han perdido, entre lo que figura, notablemente, la confianza ciudadana.
En este marco, destaca lo dicho por el dirigente priísta en el Estado de México durante la sesión del Consejo Político Nacional efectuado a principios del pasado mes de diciembre.
“Nuestro pueblo nos mira con ojos legítimamente críticos, como un partido corrupto y encubridor, sumergido en sus propios intereses, convenenciero porque sólo acudimos a ellos cuando necesitamos su voto con urgencia; un partido que sólo llama la atención cuando alguno de sus miembros protagoniza un escándalo que repercute en todo el País”.
Detectar y reconocer el problema es un buen augurio; pero aplicar el remedio, por amargo que éste sea, es otra cosa. ¿Tendrán los priístas la capacidad y la voluntad de cambiar en la medida en que sea necesario hacerlo?
Eso aún está por verse, pero si no quieren seguir en el tobogán es lo mejor que pueden hacer.