Como tradicionalmente ocurre, durante diciembre deberá reunirse la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos para probar el incremento para el 2007.
Como también es costumbre algunos representantes del sector patronal ya manifestaron que el incremento deberá ser de entre un tres y un 3.5 por ciento, lo que no es de extrañar, pues generalmente el aumento ha sido en esa proporción ya que los patrones no están dispuestos a sacrificar sus utilidades.
Acerca de este tema, recientemente se dio a conocer que durante el sexenio de Vicente Fox el aumento total de los salarios mínimos fue de poco más de ocho pesos.
Eso significa, ni más ni menos, que no lo que aumentó el salario mínimo a lo largo de seis años no alcanza actualmente ni para adquirir un kilo de tortillas o un litro de leche.
Pero eso no es ninguna novedad, pues así ha sido a lo largo de varios sexenios, y durante la gestión de Fox simplemente continuó la misma tendencia, con lo que un sector mayoritario de la población ha sido y sigue siendo el más castigado.
Según se dice, lo que el Gobierno busca es mantener controlada la inflación, aunque con dicha medida ha sacrificado a una gran mayoría de mexicanos, cuyo poder adquisitivo se encuentra por los suelos, pues a los bajos salarios debe agregársele el incremento de precios, que también ha sido una constante, repercutiendo todo ello en su nivel de vida.
Obviamente, quienes durante años han resentido esta situación se preguntan por qué han de ser siempre los mismos, o sea, lo que menos tienen, quienes deben pagar los platos rotos, mientras un sector minoritario, entre los que se encuentran los grandes potentados, siguen viviendo a cuerpo de rey.
Así las cosas, lo más seguro es que ni rezándole a San Felipe cambien las cosas.