En menos de dos meses Vicente Fox entregará la Banda Presidencial a Felipe Calderón Hinojosa y estará llegando a su fin un sexenio que inició en medio de grandes expectativas de cambio.
Lamentablemente las cosas no han resultado como se esperaba, pues aunque como candidato Fox le supo llegar a la gente, ya como Presidente no estuvo a la altura y la esperanza se fue diluyendo hasta convertirse en una gran desilusión.
La cereza en el pastel fue su indebida intromisión en la elección presidencial, cuya validez puso en riesgo, sin olvidar que a lo largo de su gestión, Fox cayó en actitudes que él mismo criticó cuando estaba en la oposición, sin pasar por alto que en aquellos tiempos también realizó actos que ahora le parecen mal porque los realizan otras gentes, pues incluso participó en el gabinete alterno, organizado por Manuel J. Clouthier, como responsable de Asuntos Agropecuarios.
En diciembre, cuando arranque la administración de Felipe Calderón, renacerá la esperanza de que se geste algún cambio que signifique algo positivo para la inmensa mayoría de los mexicanos y no sólo para unos cuantos privilegiados.
Por ejemplo, que ya no haya necesidad de que miles de conciudadanos tengan que emigrar al vecino país del norte en busca de mejores horizontes, pues según cifras del INEGI, durante el sexenio foxista diariamente mil quinientos mexicanos abandonaron nuestro país en busca del sueño americano.
Lo positivo es que Felipe Calderón reconoce tal situación, y en su discurso pronunciado el pasado 13 de septiembre durante la ceremonia de homenaje a los Niños Héroes de Chapultepec, señaló: “Hoy los enemigos son otros, nuevos y poderosos, son la miseria que viven millones de mexicanos; la desigualdad, el desempleo, sobre todo la inseguridad y la amenaza de la delincuencia organizada”.
Lo dicho, en el sexenio que concluye no se cumplieron las promesas de cambio ni las expectativas iniciales.