Y se acabaron Los Treviños

Por favor no vayan a pensar mal. No me refiero a la desaparición de uno de los apellidos más representativos del noreste mexicano. Más bien, lamento la desaparición de un poblado de Santa Catarina conocido desde el siglo XIX como Los Treviños. Este apelativo tiene diversas interpretaciones respecto a su origen y significado. Lo hacen originario de Burgos, España o de Italia. Dicen que puede significar tres viñas o tres piedras que señalaban los límites de una propiedad.

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Higueras y el arranque municipal

Las cosas no marchaban bien y de una u otra forma, salían situaciones que impedían el despegue municipal. En el pueblo casi no había varones, pues muchos de ellos estaban sirviendo en el ejército, otros trabajaban en el tendido de las vías de ferrocarril en la ciudad de México o recorrían Texas con su tren de carros llevando o trayendo mercancías.

Una ocasión Ricardo Elizondo director de la biblioteca Cervantina del ITESM, me platicaba que los carreteros pasaban de contrabando el ganado mular a través de Corpus Christi, para llevarlos hasta La Habana, Cuba y éstos traían como pago, perlas y conchas marinas. Con ésto, se abrieron talleres domésticos en lo que se elaboraban botones para la ropa. Los hombres que se quedaron en el pueblo, ya sea por su avanzada o temprana edad laboraban en el cuidado de la caballada del gobierno del estado, servían en el destacamento de la guardia nacional o debían ejercer diversos oficios para sobrevivir. En ese entonces el ganado se trasladó hacia el Camaján, porque la sequía estaba diezmando a la actividad agropecuaria.

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La municipalidad de Higueras

Con categoría de congregación de la municipalidad de Marín, la máxima autoridad en Higueras recaía en la figura de un juez de paz. En éstas circunstancias visitó al pueblo el general José María de Ortega, gobernador y comandante general de Nuevo León en 1842. Por los constantes asaltos, solicitó se nombrara una compañía auxiliar de milicia para defenderse de los peligros.

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La escuela como agente sustentable

El desaparecido pedagogo mexicano, Pablo Latapí, consideraba que la política educativa consistía en la definición de aprendizajes posibles y deseables. Efectivamente, esta obra, La gestión ambiental comunitaria en las instituciones gubernamentales, puede considerarse como un proyecto de política relacionada a la educación, pues es una guía que nos presenta el elemento facilitador de la gestión institucional orientada a los diversos programas ambientales.

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La hacienda de Santa Teresa de las Higueras

Debido a un litigio sostenido entre el bachiller Ignacio Martínez del Valle del Carrizal con Diego González en 1721, sabemos la extensión territorial de la hacienda. Martínez acusaba a Diego González de que un ganado de las Higueras se introducía a sus propiedades, aludiendo que los límites del paraje de las Higueras, son: "el que va del camino real que conducía a la Villa de Cerralvo, de este pueblo al camino antiguo desde el paso del río Ramos hasta el paso que llaman de las carretas del río de la Pesquería Grande y de ahí para arriba de la Ciénega de Flores, Paso Hondo a lindar con las tierras de Fernando de Mendiola y de ahí por las demás cañadas del Cerro que llaman del Camaján".

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El fundador de Higueras

Don Diego González probablemente nació en 1653. Fue hijo legítimo del sargento mayor Diego González y de María de Ochoa, vecinos de la villa de San Juan Bautista de Cadereyta. Desde muy temprana edad sirvió a la corona como sargento y alférez; además de ayudante de sargento mayor. En 1675 fue nombrado capitán de infantería de la villa de San Juan Bautista de Cadereyta. Ocupó el cargo de regidor en la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en varias ocasiones.

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Del paraje a la hacienda de las Higueras

Cuando se fundó la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey el 20 de septiembre de 1596, a ésta se le asignaron como jurisdicción territorial, quince leguas por cada lado. Una legua equivale cinco kilómetros aproximadamente y esa extensión nos da a poco más de 80 kilómetros a la redonda, que comprende en la actualidad desde Monterrey hacia el poniente, hasta tocar la cuesta de los Muertos, al norte, pasando la cuesta de Mamulique; casi todo el cañón del Huajuco tocando Allende hacia el sur, al oriente pasando el pueblo de San Juan en Cadereyta Jiménez y al noreste hasta topar con la sierra de Picachos. Si nos atenemos a las primitivas leguas, toda la zona metropolitana y su municipios periféricos se ajustan perfectamente a ese cuadrado de 15 leguas.

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De Picachos al Camaján

La sierra de Picachos es uno de los símbolos más representativos del municipio de Higueras y de otra serie de municipios como Cerralvo, Agualeguas y Sabinas Esta montaña es fácil divisarla cuando se recorre el camino desde Monterrey hasta Nuevo Laredo pasando por la cuesta de Mamulique. Picachos es una cordillera que atraviesa prácticamente toda la municipalidad de Higueras. De hecho, cuando vienen de regreso a Monterrey, inmediatamente la verán que se yergue altiva y orgullosa a la vista del viajero. Esta montaña fue conocida y recorrida desde tiempos de Alberto del Canto y Luis Carvajal y de la Cueva, pues era el paso obligado para el trayecto del pueblo de Santa Lucía a las Minas de San Gregorio y de aquí hasta las minas de la Trinidad, a partir de 1577 (actuales Monterrey, Cerralvo y Monclova respectivamente). Estando en Higueras, hacia el extremo noroeste de la sierra, se encuentran las Minas del Camaján de las cuales los gambusinos extraían plata, plomo y cobre.

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El Seminario de Monterrey y su participación en la batalla de Monterrey

En 1792, siendo obispo de la Diócesis de Linares, don Ambrosio de Llanos y Valdés, promovió la apertura de una institución educativa en la cual se prepararan los pastores como aquellos ciudadanos en necesidad de formación. Luego en 1826, obtuvo reconocimiento de parte de la Universidad de Guadalajara para impartir grados académicos, en especial en ambos derechos, tanto el canónico como el civil.

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La batalla de Monterrey

Una vez rotas las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y México, después de la incorporación de Texas a la unión, la guerra entre las dos naciones era inevitable. De ahí que el general Zacarías Taylor en marzo de 1846 recibiera la orden de avanzar más allá del río Nueces para acercarse a las villas del Norte aledañas al río Bravo, apoyado por un contingente de seis mil 500 hombres aproximadamente. Por lo que el general Pedro Ampudia decidió trasladar sus fuerzas desde Matamoros a Monterrey, y se hicieron fortificaciones en varios puntos del oriente de Nuevo León para detener el avance del ejército invasor.

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