Si queremos precisar el origen del Nuevo Reino de León debemos remitirnos a Luis Carvajal y de la Cueva, Alberto del Canto, Diego de Montemayor y Gaspar Castaño de Sosa. De ser pobladores y compañeros en las campañas de pacificación y conquista, de pronto se vieron involucrados en circunstancias o coyunturas ya sea con una función pública, política y social. Por ejemplo, Gaspar Castaño de Sosa era uno de los pobladores en la villa de Santiago de Saltillo en 1578. Es un personaje importante porque de ser un poblador viene a fundar por orden de Luis Carvajal, la villa de San Luis Rey de Francia y de una estancia llamada de San Francisco en donde ahora está Apodaca, Nuevo León. Pasa el tiempo y cuando comienzan las campañas de hostilidad de parte de los naturales de la región, quienes hacen de todo el septentrión novohispano, una “tierra de guerra viva”, lleva a todos los pobladores a una campaña de reconocimiento al Nuevo México donde fue capturado. Cuando murió Luis Carvajal y de la Cueva, el virrey se le ocurre cómo va sacar a todos los pobladores que están aquí y a los capitanes de Carvajal, porque el propósito del virrey fue siempre que el reino no prosperara.
No obstante se desarrollaron las tres fundaciones: gracias a un litigio jurisdiccional llamado “El documento del Parral”, sabemos que Alberto del Canto llegó en 1577 apoyado por Diego de Montemayor, quien finalmente fundó la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en 1596. Alberto del Canto y Diego de Montemayor participaron en diversas campañas al servicio de Martín López de Ibarra, entonces gobernador de la Nueva Vizcaya, la cual estaba formada por Durango, Chihuahua y Nuevo México; parte de Coahuila, Zacatecas y Nuevo León). Poblaron en el Real de Mazapil y luego establecieron la villa de Santiago del Saltillo entre 1575 y 1577, de donde partió para establecer más pueblos. A del Canto se le debe el bautizo de la toponimia regional, por ejemplo los cerros de la Mitra, de la Silla y el Topo y el río Santa Catarina. En ese año encontraron unas vetas de plata cerca de la sierra de Picachos, actualmente de Cerralvo. Le dieron la vuelta a esa sierra para llegar a otro punto en donde encontraron otras vetas de plata a las que llamaron de la Trinidad, primer asiento de lo que actualmente es Monclova, Coahuila.
Del Canto nació en la Isla Terceira en las Azores en 1547. Pasó a la Nueva España donde residió temporalmente en la Nueva Galicia de la cual debió huir por delitos que cometió. Llegó a la Nueva Vizcaya en la cual sirvió de una manera sobresaliente. Fue nombrado alcalde mayor de los lugares que fundó. Tuvo problemas políticos y personales con Diego de Montemayor. No obstante, se convirtió en yerno suyo cuando casó con la hija de éste llamada Estefanía y procreó dos hijos: Miguel y Diego, quienes acompañaron a su abuelo y a su madre en la fundación de Monterrey. Del Canto permaneció en Saltillo donde llegó a figurar como regidor en 1591 y ahí murió en 1611. Alberto del Canto es indudablemente un personaje enigmático y controvertido.
De amigos y compañeros a rivales. Diego de Montemayor se casó en primeras nupcias con doña Inés Rodríguez, vecina de Málaga, España el 7 de diciembre de 1548. Con ella pasó a la Nueva España al poco tiempo. En segundo matrimonio, contrajo nupcias con doña María de Esquivel, de la cual tuvo a su único hijo varón, al que llamaron Diego de Montemayor y Esquivel y en consecuencia apodaron "El Mozo". En tercera y última instancia, se casó con doña Juana Porcallo y de la Cerda, quien era hija de un inmigrante portugués y con quien procreó a una hija de nombre Estefanía., quien por cierto, una ocasión declaró "que vio al capitán Alberto del Canto con su madre en la cama muchas veces, pero por temor no dijo nada", especialmente cuando su padre salía con rumbo a Santa Lucía y a los minerales de San Gregorio.
Efectivamente, Alberto del Canto mantuvo una relación adulterina con Juana Porcallo, provocando un fatal triángulo amoroso. Montemayor los encontró luego de hacer como que salía a una campaña. Cuando regresó en la noche, los vio manteniendo una relación sexual. Lleno de ira, Diego de Montemayor vengó la afrenta de infidelidad matando a su esposa con su propia espada en el lecho donde estaba con del Canto, quien pudo escapar con rumbo a San Gregorio en el actual Cerralvo. Tras el asesinato de su mujer, Diego de Montemayor huyó al norte viviendo una vida salvaje, hasta que el virrey lo exoneró de todos los cargos, pues la ley no castigaba la muerte por ese motivo; el marido estaba en pleno derecho de hacerlo para lavar una injuria tan ignominiosa a su honra. Montemayor juró asesinar a su rival sin que lograra su objetivo. Entonces se dejó crecer la barba y con sus hombres acudió hasta San Gregorio para dar muerte a su traidor y rival en amores. Los conquistadores se dividieron: unos apoyaron a Montemayor y otros a del Canto. Se supone que Luis Carvajal y de la Cueva al saber de la división de los pobladores, logró sellar una alianza entre Alberto del Canto y Estefanía de Montemayor, con quien procreó a dos niños de nombre Miguel y Diego.
Sin embargo, las relaciones entre los dos prohombres nunca fue igual. Montemayor con doce familias, sus hijos y nietos salieron a fundar Monterrey en 1696, dejando a del Canto solo en Saltillo. Diego de Montemayor murió en 1611 y fue enterrado en el convento de San Andrés. Por este motivo la descendencia de Alberto del Canto y de Estefanía Montemayor Porcallo, dejaron de usar el apellido del Canto y tomaron el apellido materno Montemayor, relegando al olvido el apellido del fundador de Saltillo. En cambio, todos los Rodríguez de San Pedro Garza García y Santa Catarina vienen de esa rama familiar, al igual que todas las dinastías que poblaron el valle del Huajuco entre los siglos XVII y XVIII. Y dicen que los rasgos güeros y ojos de color se deben a del Canto pues tenía orígenes en Inglaterra, ligados al ducado de Kent.
La rivalidad entre del Canto y de Montemayor se hace aun visible entre Saltillo y Monterrey: la virgen del Roble y el Santo Cristo, la capital de las provincias internas de oriente, la rivalidad entre Ramos Arizpe y el padre Mier, la elección del sitio en donde fundar la universidad en 1933 y otras cosas más. En mi añorado Saltillo tienen a del Canto como insigne fundador y poblador y se le reconoce por sus méritos. Alberto del Canto y Díaz de Vieira exploró el norte de la Nueva España. Desde la Nueva Galicia, la Nueva Vizcaya y el Nuevo Reino de León, apoyando la fundación de pueblos y minerales importantes. Hombre inquieto, de espíritu aventurero y sagaz. Amante de la madre y esposo de la hija. De personalidad controvertida, lo mismo esclavizó y vendió naturales y dicen que por las noches le gustaba disfrazarse de fantasma para asustar a los paseantes. Al final de su vida se retiró a su propiedad en la hacienda de Buena Vista de Saltillo donde murió en 1611.
Mi abuelo Alberto del Canto.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina