–¿Te das cuenta de las barbaridades que cometían con los nuestros? ¿Quienes eran más brutos e incivilizados? ¿Los aborígenes que defendían sus tierras y sus lugares de vida; o los españoles que venían con sangre y fuego a imponer sus creencias y a robar las riquezas de estas tierras? Traían ostentando como mandato divino, un ser humano clavado en una cruz, con ello querían convencernos de que nuestra forma de vida no era la apropiada y que debíamos someternos a las ordenanzas y costumbres que tal ser indicaba; sin pensar siquiera que nosotros teníamos nuestro Dios y nuestras creencias.
“¿A tanta crueldad y muerte le llaman civilización? ¿No podían de una forma más sutil y dulce, tratar de educarnos y enseñarnos nuevos conocimientos y alguna forma adelantada de lectura y escritura, que se transformara en un medio mejor de comunicación? Más hicieron algunos religiosos, que no todos, que predicaron su evangelio con humildad y bondad, tratando de convencernos que a través del amor todo se consigue; algunos como fray Bartolomé de las Casas, fray Bernardino de Sahagún, fray Ángel de Valencia, fray Guillermo de Santa María lucharon por un mejor trato para los naturales; fray Antonio Margíl de Jesús en éstas tierras y más al norte fray Francisco Eusebio Kino, hicieron una gran labor cultural y humana”.
–Tal vez si la conquista hubiese sido con los métodos de los evangelizadores, –dijo Mencho–, no hubiese durado tantos años, ni se hubiese derramado tanta sangre; ya me doy cuenta que la ambición que movió a los conquistadores era desmesurada, en estos años que estoy viviendo me entero de los problemas que dejaron y de otros que se han generado debido al reparto agrario.
–En los próximos años todas estas tierras se fraccionarán más y más, –dijo el indio–, de unos cuantos dueños que en un principio ostentaban la propiedad de la tierra, en el futuro serán cientos, hasta te puedo predecir el nombre de los ranchos que se formarán, y estarán cambiando constantemente de dueño.
–¡Pero! ¿Cómo es posible que puedas saber también eso?
–Te he dicho que los seres del más allá tenemos cualidades especiales y conocimientos suficientes hasta para predecir el futuro.
–¿Cómo me probarías lo que dices? –Pregunto Mencho.
–¡Escucha! Le dijo el indio y si quieres toma nota, te voy a mencionar el nombre de los ranchos conforme me vayan viniendo a la cabeza, algunos tal vez no existan, pero ya se formarán. Las Norias, La Víbora, Santa Rita, Villegas, Charco Escondido, La Morita, San Juan Bautista, Los Vázquez, Llano Blanco, Los Lirios, San Martín, Paraíso, Cuatro Caminos, La Piedad, Cabeza de Toro, Las Palmas, El Nogalar, El Tinajal, La Barranca, La Resolana, El Ébano, El Álamo, La Bandera, F D Villarreal, Pablo Chapa, San José del Llorón, Progreso, San Felipe del Llorón, El Naranjillo, Federico Cisneros, El Progreso, Basilio Garza, La Boca, El Salitre, Salitrillos, Sombreretillo, Los Cuates, La Libertad, Puerto del Guajolote, San Antonio, Las Lajitas, El Barril, El Cedrito, La Soledad, El Secuestrado, Los Toritos, El Nogal, Santa Rosa, Las Flores, La Piedra, López Mateos, H. Ruiz, El Pantano, San Simón, Las Jaras, La Peinada, La Lomita, Los Santos Mochos, Zacatecas, El Chapote, El Gavilán, Tierra Dura, El Veintidós, La Tira Larga, El Chapeño, El Canelo, Cabeza de Toro, Jacalitos, El Divisadero, Los Compadres, El Porvenir, Las Labores, Las Compuertas, Guadalupe, Santa Isabel, Los Mórton, La Ramada, Garza Ayala, Las Comitas, Las Pitahayas, El Garabato, La Ciénega, La Rumorosa, Acequia del Agua, Monte Grande, La Mariscala, Las Delicias, San Blas, Santa Clara, La Relación, Buenos Aires, Paso de Álamos, El Armadillo, Las Norias, San Salvador, Pascuales, El Ojito, San Pedro, Tarahumara, La Casita, Chupaderos, Jacalitos, El Crucillal, Juan Diego, El Nogal, Palo Blanco, La Aurora, El Encinal, Las Palomas, La Parra, El Encino, Santa Ana, El Tanque, Buenavista, El Cantero, Santa Margarita, Domingos Alegres, Manzanales, Los Indios, El Sauz, El Encino, La Precita, El Jamoncillo, El Coronel, Los Ojitos, Santa Lucía, Los Longinos, Palmeras, Guadalupe Solís, El Cochinito, Carboneras, Los Altos, El Perico, La Joya, Canoas, San José, Las Gutierreñas, Los Garza Santos, Ramiro Flores puede que se me haya pasado alguno pero la lista está casi completa.
–Me asombra tu capacidad y tu inteligencia, –dijo Mencho.
El indio continuó diciendo: “Y como prueba de que teníamos buenas costumbres y hacíamos labores adecuadas para la región en que vivíamos es que, cuando amenazaba el cielo con una gran tormenta nos refugiábamos en las cuevas, peñascos y riscos; nuestras chozas eran de zacate, paja o madera de forma cónica que podían transportarse fácilmente; hacíamos nuestros campamentos en las cañadas, en los valles o en las mesas elevadas; desconocíamos la cerámica pero formábamos vasijas de fibras muy bien tejidas. La caza era nuestro principal recurso así que fabricábamos arcos y flechas, labrábamos pedernales para hacer cuchillos, espejos, joyas y puntas de flechas y sabíamos curtir las pieles; éramos nómadas porque íbamos de lugar en lugar, buscando siempre donde hubiese frutos de la temporada.
También teníamos celebraciones a las que se les llamaba Mitote, que se hacía cuando el hijo de un cacique se casaba; cuando alguno de la tribu se casaba no se realizaba ningún tipo de celebración. Sólo se daban ofrendas. El futuro esposo llevaba a los padres de la novia algunos obsequios como pieles de venado entre otros. Los Mitotes se hacían para festejar una boda, declaraciones de paz o de guerra con otras tribus etc. durante esta celebración se comía y se bailaba. La música se hacía con calabacitas con agujeros rellenas con piedras de hormigueros, palos de madera que se raspaban con palillos, flautas de carrizo y guajes secos. En el mitote los caudillos llevaban en la cabeza una guirnalda de piel de ardilla, quedando la cabeza del animal sobre la frente y la cola en el tolondrillo, se ponían también una especie de abanico redondo de plumas encarnadas. Se cubrían el cuerpo con un manto hecho de piel de ardillas, de gatos monteses, tigres o pumas. Sus mujeres traían enaguas y huipiles del mismo material. Entre el resto de los asistentes algunos usaban cubrirse con pieles de venado o coyotes, y llevaban sandalias de cuero u hojas de palma; se dejaban cabellera larga se rayaban el rostro y embijándose el cuerpo con tierras colorantes, pintándose con ellas diversas figuras; las mujeres se adornaban con collares de caracoles y dientes de animales, también se pintaban la cara con rayas como símbolo de adorno. Y en cuanto a los niños junto con sus madres recolectaban raíces, plantas y semillas hasta que el menor tuviera la edad suficiente para iniciar con sus tares de hombre adulto”.