En los siglos XVII y XIII, los conquistadores buscaban afanosamente controlar las regiones ubicadas al norte de la Nueva España, sobe todo las extensas llanuras de Texas o Nuevas Filipinas, hasta el río Mississippi, principalmente por las exigencias de la Corona en lo referente a los metales de ley, Don Ignacio Ussel y Guimbarda llegó al Nuevo Reino de León en 1764, substituyendo a Don Carlos Velasco y a Don Antonio de Urresti que gobernaba en calidad de teniente; logró mantener la tranquilidad de la provincia, acertado en su trabajo y decisiones. Una de sus preocupaciones fue la actitud de los indígenas en cuanto a las disposiciones relacionadas al trato y administración que no eran efectivas.
Don Ignacio Ussel y Guimbarda poco a poco consolidó la estabilidad en el territorio. Controló indígenas inquietos como Sebastián Suárez, acusado de atacar las misiones de Concepción y Purificación, infundiendo temor en los habitantes. Para el año de 1766, reglamentó el cultivo y comercio de tabaco, dio el visto bueno a denuncios mineros, mejoró la seguridad militar reforzando los presidios de Cerralvo y Cadereyta, trató de erradicar el vicio y el juego dictando enérgicas medidas. Por otra parte, se informaba constantemente del estado que guardaban las misiones y destacamentos militares.
El auge producido por el descubrimiento de las minas de la Iguana en Lampazos, dio pie y fue base para nuevos hallazgos.
En las lomas de Vallecillo en 1766, se descubrió plomo con plata de buena ley, específicamente en las tierras de Don Salvador Lozano, vecino de Monterrey; primero apareció una veta metalífera, la cual se registró y procedió a constatar ley y firmeza, para tener una idea clara de la trascendencia del descubrimiento y valía del metal. Posteriormente siguieron las exploraciones y aparecieron vetas por todas partes, trabajándose en terreno plano y con algunos pozos a flor de tierra, inundados por las corrientes subterráneas a poca profundidad, dificultando el trabajo de extracción.
Lo que por muchos años había sido simplemente un rancho, aislado y azotado por la hostilidad del medio circundante, donde la miseria reinaba y los habitantes sufrían constantemente ataques de los bárbaros, cambió con el descubrimiento de las vetas a un importante fundo minero, que complementó la riqueza existente en el Nuevo Reino de León y en la Nueva España, la que trajo bonanza a la economía del lugar, se aumentó el resguardo militar y se abrieron vías de fácil acceso para comunicar el mineral.
Así en 1766, nace el Real de Minas de San Carlos de Vallecillo; nombre tomado del santo patrono del lugar Carlos Borromeo y Vallecillo, por la ubicación geográfica, un pequeño valle después de un lomerío o de un lugar existente en España.
Fuente: Treviño Villarreal, Mario. San Carlos de Vallecillo; Real de Minas 1766-1821. Monterrey, N.L. A.G.E.N.L. 1987. 122pp. (Cuadernos del Archivo No. 15).
Mario Treviño Villarreal
CIHR-UANL