Un ilustre médico regiomontano me decía que la figura del oso debería estar en el escudo de Nuevo León. Recordé que la bandera del estado de California posee un oso. En estos tiempos se han visto muchos de ellos, específicamente en municipios montañosos que tienen reserva territorial correspondiente al Parque Nacional Cumbres de Monterrey. Señala el ecologista Luis Esparza que los osos se atreven a bajar a las zonas urbanas cuando buscan nuevo territorio o alimento como uvas silvestres, tejocotes, madroños y chapotes. La población se ha reproducido exponencialmente, la invasión del hombre y el cambio de uso del suelo de sus hábitats son la causa de que los veamos más seguido. Lo cierto es que también se ven a las hembras con sus crías en los patios, casas, escuelas y parques de varios municipios de Nuevo León.
El oso como animal y ser viviente, es algo excepcional y misterioso para el ser humano. Los cazadores nómadas y recolectores lo reverenciaron al plasmar su imagen en petrograbados, pinturas rupestres y estatuillas. Alrededor de él hay una serie de consejas y supersticiones. Algunos pueblos de la antigüedad hacían ritos de iniciación con los más jóvenes a quienes colocaban una piel de oso. Los indios norteamericanos los veneraban como si fueran personas queridas que habían reencarnado en ellos, por eso lo consideran como un hermano. Para los escandinavos el oso es el rey de los animales y de la naturaleza. En la edad media el oso aparecía en los escudos y blasones, a tal grado que Federico II de Alemania fundó la Orden del Oso en 1213 como un grupo de caballeros al servicio y defensa de la Iglesia.
Los griegos pensaban que las dos constelaciones, tanto la de la Osa Mayor y Menor, tenían que ver con Callistos, una bella dama compañera de Artemisa que fue amada por Zeus y que al morir se convirtió en una constelación. Callistos fue hija del rey arcadio Lición. Al quedar embarazada por Zeus, Hera tuvo celos de ella, por eso cuando nació su hijo los convirtió en osos. Zeus dolido por tal acción, los llevó hasta el cielo en donde se convirtieron en constelaciones. Hera pidió a los dioses que las osas nunca se perdieran de vista en el océano. Estas constelaciones son consideradas para los pueblos del mediterráneo como el origen del universo.
La estrella polar como punto orientador por excelencia, es la última estrella de la Osa Menor. Estas constelaciones están muy de cerca con el signo zodiacal de Libra. Los antiguos pastores del noreste mexicano dividían la noche en tres tiempos través de la Osa Menor: prima, modorra y alba. Pensaban que las cuatro estrellas principales de la Osa Mayor son ladrones que quieren atacar a la estrella polar y que las cuatro estrellas de la Menor son guardias de ella. En cambio los celtas vieron en el oso a un animal asombroso que conjunta lo bestial y salvaje con lo celestial y lo divino. Especialmente porque su piel refleja lo tenebroso y la luz de las estrellas. Consideraban al oso como hijo del perro que refuerza el carácter totémico y común de ambos animales
Coloquialmente hablando, hacer el oso es algo bochornoso, como un error que se comete en público. Pero también hacer el oso significa galantear y enamorar a alguien. La palabra que termina en oso tiene que ver con lo abundante y rico. Tal vez por eso se le regala a la dama pretendida un oso de peluche. Es un espíritu protector, por eso también se los damos a los niños pequeños. Hay nombres que nos recuerdan al oso, como Arturo y Úrsula. Para los celtas, Arturo tenía que ver con la realeza y podía hacer todo, excepto matar osos. El apellido García supuestamente en vasco significa oso. Para dormir a los niños se les cuentan relatos en torno a los osos y brujas del bosque, como aquel de ricitos de oro pues los osos son los amos y señores de los bosques. O de seres humanos que se convertían en osos para proteger los bosques y la naturaleza de los mismos.
El oso representa el ciclo de la regeneración vital, de la vida y de la muerte. Duerme y muere en el invierno para luego despertar y resucitar en la primavera. Se le considera el signo del conocimiento interior y del esfuerzo y sacrificio necesario para el autoconocimiento y evolución como personas. Cuando el oso ingresa a una cueva a hibernar, es como si regresara a los orígenes y al vientre de la tierra. Representa la fuerza salvaje de la naturaleza. Desde el punto de vista totémico y familiar, están emparentados con los perros. Curiosamente el oso panda no es un oso, más bien pertenece a una familia cercana a los mapaches. En consecuencia, el oso es un intermediario entre el mundo físico y sensible con el mundo espiritual y trascendente. Es el maestro de la iniciación al conocimiento profundo del universo, como deidad protectora y nutricia, al igual que los valores maternales de la osa que cuida en extremo a sus crías. También protege al mundo interior y natural de los seres humanos. Supuestamente la grasa, la carne y la piel del oso tienen cualidades curativas. Se hacen amuletos con sus dientes y garras ya sea como adorno o para atraer la buena suerte. Por su forma de vida está más bien relacionado con la Luna y sus ciclos
Hay varias especies de osos: el gris, pardo, negro, polar, hormiguero, etc. El oso negro o “ursus americano” es la única especie que habita en México. Regularmente vive en donde hay matorrales, desiertos y bosques, aunque tradicionalmente se cree que pertenecen a lugares boscosos y serranos. Hay muchos osos en Nuevo León aunque se desconoce su número exacto. Son carnívoros pero comen lo que encuentran, preferentemente materia vegetal y algo de carroña, peces, miel e insectos. Su movilidad tiene que ver con la búsqueda de alimentos, preferentemente en otoño, cuando inician la hibernación para sobrevivir en el invierno. Los biólogos de la región dicen que la variedad de osos que vemos regularmente, duermen periodos más cortos. Baja su metabolismo y su sueño es más profundo. Para ello eligen cuevas, cavidades y troncos de árboles. Se recomienda no alimentarlos, no tirar basura con deshechos orgánicos que los atraigan y cuidarlos porque es una especie en vías de extensión.
Es un animal común en las zonas montañosas y altas de Nuevo León. Había pobladores que criaban o domesticaban osos. Yo recuerdo a un oso en el restaurante El Álamo en San Pedro de los Salazares en Santiago, Nuevo León, al cual le daban a beber cerveza. En muchos ranchos y casas del noreste, su piel es usada como tapete. Dicen que los osos siguen a las personas, tienen ademanes como personas, los espían y hasta les hacen señas en especial a las mujeres. Han visto a los osos tirar piedras cuando quieren algo con alguien. La gente de las montañas cuenta que las osas se roban a los hombres y los osos a las mujeres. Incluso que hasta han embarazado a mujeres con las cuales han procreado seres excepcionales, mitad humano y mitad oso. Yo conocí a una persona de Montemorelos a quien apodaban Juan Oso, porque creían que era hijo de un oso y de una mujer originaria de Villa de García que fue robada por un oso. Supuestamente los osos mantenían relaciones con mujeres y las encerraban en cuevas junto con sus crías. A veces los cazadores y pastores los seguían hasta sus madrigueras y entonces mataban a sus crías de puro coraje. Hay una conseja en Iturbide que nos habla de una pareja de compadres que al pecar, en señal de castigo se convirtieron en osos. Recientemente escuché decir a una locutora que era muy bueno ver a los osos en su hábitat natural. Tal vez el oso con sus instintos ve como el ser humano se quedó con su hábitat natural.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina