Para los griegos, Kairós era hijo de Cronos y formaba parte de los elementales. Los helénicos diferenciaban los ámbitos de Kairós como de Cronos. El primero tenía que ver con el tiempo en potencia y lo cualitativo; mientras que Cronos regía sobre el tiempo medible y cuantitativo. Kairós es el tiempo justo y la experiencia del momento oportuno, relacionado con la eternidad, contrario al tiempo normal entendido como la duración del movimiento. A Kairós lo relacionaban con la risa, la claridad y la epifanía. Hasta San Pablo llamó a Cristo el Kairós como el tiempo de Dios.
La economía de la Salvación ocurre en un momento de la historia. Con la Ascención del Señor, esperamos la Segunda Venida de Cristo la cual se puede cumplir en cualquier hora, pero de la cual nadie sabe: “el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hch 1, 7). En la Edad Media, pensaron que la Segunda Venida de Cristo se daría en el año mil y en consecuencia con ello vendría el juicio final y el fin de los tiempos. El nuevo milenio dio inicio con el siglo XI y nada pasó. De todas formas, prevaleció la idea que Cristo llegará a la Tierra y gobernará en ella mil años antes del día del juicio final.
La palabra milenarismo tiene que ver con milenio y hace referencia a los mil años en cuestión. Esta creencia se deriva de una errónea interpretación de un texto del libro del Apocalipsis 20,1-5 que habla de la instauración y vigencia del Reino durante mil años. En la mentalidad hebrea los mil años significan un tiempo largo e indefinido. Para los milenaristas, Jesús estableció su Reino en este mundo a través de la Iglesia Católica cuyo vigencia durará "mil años". Se trata de un reino espiritual comparado con la semilla de mostaza que ha de crecer. La fe católica nos enseña que la Segunda Venida de Cristo será gloriosa, visible para todos y definitiva. Marcará el fin de la historia y del tiempo. Es cuando toda la humanidad será juzgada. Los buenos irán al cielo y los condenados irán al infierno. Y como hijos de Dios, en la Misa oramos por "La Gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo" y en el Padre Nuestro clamamos la venida del Reino.
El milenarismo se refiere a cualquier movimiento religioso que profetiza la destrucción inminente de todo lo actual y el establecimiento de un nuevo orden. Algunos estudiosos sugieren que el cristianismo en sus orígenes se relacionó con los esenios, considerados como grupos milenaristas. Como el cristianismo se convirtió en una comunidad, la tendencia milenaria se convirtió en un movimiento marginal, asociada con los movimientos de reforma, tales como montanismo y en los siglos XIII y XIV con el joaquinismo y algunos movimientos radicales franciscanos.
Existen algunos grupos cristianos que tienen fuerte apego al milenarismo, como los anabaptistas, los pietistas, los adventistas del Séptimo Día quienes presagiaron la venida de Cristo entre 1844 y 1914, los cristadelfianos, para los testigos de Jehová el año de 1925. La mayoría de los milenarios creen que el milenio seguirá con la Segunda Venida y con un período de mejoría progresiva en el mundo que culminará en la presencia real de Cristo, la cual aseguran ocurrió en 1914 cuando fue entronizado como rey en los cielos para gobernar sobre la tierra.
De acuerdo al manual de credos, definiciones y dogmas del padre jesuita Denzinger, la Iglesia rechaza la falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo. Sólo entrará en la gloria del Reino a través de la última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. La Parusía de Cristo está íntimamente relacionada con la resurrección de los muertos: “El Señor mismo, a la orden dada por la voz del arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1 Ts 4, 16). Nosotros tenemos la esperanza de la Venida del Señor y podemos perseverar en las tribulaciones del tiempo presente sabiendo que el Señor ya tiene el triunfo sobre el mal y al final nos llevará con El al cielo. Por eso en el Credo recitamos Cristo “vendrá con Gloria para juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin”. Por eso, la propuesta de Francis Fukuyama “el fin de la historia”, uno de los ideólogos de Ronald Reagan y George Bush padre, sonaba sin sentido y significado. Proclamar el fin de la historia, es afirmar el fin de los tiempos y de la trascendencia. Yo en cambio, creo que Cristo es el hijo de Dios Padre que vino a salvarnos, padeció y resucitó al tercer día según las Escrituras. Que tengan todos Ustedes felices fiestas de pascuas.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina