En el diario acontecer de nuestra ciudad, hay cantidad de personajes que trabajan con ahínco, hombres y mujeres se dedican a cumplir con sus labores contribuyendo con ello al movimiento de la economía local.
Su presencia es muy poco considerada porque se da con cierta regularidad sin perder su ritmo, día a día vemos a los comerciantes ambulantes que llevan sus mercancías hasta la puerta del hogar: quienes no tienen medios de transporte para dirigirse hasta los centros comerciales, resuelven su problema comprando los productos que ellos venden.
La Escuela Agropecuaria por ejemplo: le hace un gran servicio a la sociedad vendiendo a precios muy bajos los productos vegetales que obtienen sus alumnos, pues ellos siembran cosechan, y lo que logran es de gran calidad; el modesto elotero, cuece y da sabor al maíz tierno y lo vende a módicos precios, hace un servicio y se gana el sustento diario; el bolero asea el calzado colocándose en un punto fijo, o acude a los hogares donde lo llaman para realizar el trabajo; las empleadas domésticas tan indispensables en la vida del hogar y tan poco valorado su trabajo; los jornaleros que resuelven cantidad de problemas, pues tan presto te limpian el patio de hierbas, de escombro y basura, como te arreglan una gotera, hacen un parche de albañil, te pintan una pared o reparan un daño; los vendedores de periódicos que hasta tu casa llevan los acontecimientos del mundo, ganándose una mínima cantidad por su trabajo; las cajeras(os) de los centros comerciales, farmacias o de los bancos, que siempre te atienden con mucha cortesía y tienen bajo su cuidado una gran responsabilidad, que es el manejo de los dineros de la empresa; el reparador de llantas que te resuelve un gran problema y que sólo te limitas a cubrirle una modesta cuota en que valora su trabajo; el recogedor de basura que juega un papel primordial en la perseverancia de la salud, lo hace trabajando para una empresa o con su modesto carruaje presta el mismo servicio; el ya casi olvidado pastor de cabras y ovejas, que sin ellos no comeríamos el sabrosos cabrito, así como el vaquero que cuida ranchos y fortunas mediante un modesto salario; el taquero o expendedor de alimentos, que resuelve una gran problemática poniendo en manos de sus clientes alimentos que cuestan poco; el vendedor tradicional de nieve y paletas, que en todo pueblo mexicano son dignos de elogio.
Es muy grande la lista de estos trabajadores que hacen posible que los pueblos vivan y crezcan, son poco considerados por la sociedad y su trabajo de gran valía no es debidamente recompensado; desde aquí les rendimos un tributo de admiración y respeto para todos aquellos que hacen más placentera la vida de quienes en otra forma nos ganamos el sustento.
Prof. Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista de la ciudad
Miembro activo de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo