La mujer es la madre de la patria. Son los labios y el corazón de la nación. Y representan más que eso en un país como México, en donde se considera a la mujer como pasión, muerte y destino a decir de Octavio Paz. Contrario a lo que se cree, hubo no poca mujeres que participaron en los cuatro movimientos militares más importantes de nuestra historia como lo son la lucha por la insurgencia, la invasión norteamericana, la guerra de la reforma que también abarca hasta la invasión francesa y el imperio fallido de Maximiliano y la revolución. De acuerdo a las cifras oficiales, existen registradas poco más de mil 500 mujeres que le entraron a la lucha armada.
Regularmente se piensa que a la guerra van los hombres más bragados y valientes y se nos olvida que también hubo mujeres de armas tomar. Tal vez esto se deba a la negación de la mujer como sujeto de acción militar, pues tradicionalmente hacemos a la mujer en el hogar, la familia y el cuidado de los hijos y la cocina. Quienes ya se hayan matrimoniado por el civil y por la iglesia, recordarán la famosa epístola de Melchor Ocampo en torno al deber ser de la mujer.
Hay muchas sentencias populares al respecto, “mujer que no sabe hacer tortillas de harina, ni chiles rellenos no está apta para el matrimonio”, “buena pa´l petate pero mala pa´l metate”, “la mujer como la carabina, siempre cargada y arrinconada”, etc. Y si a eso le agregamos la postura de la historia oficial que se empeña en censurar y a desaparecer los testimonios populares que hablan de la mujer para privilegiar al hombre. Por ello, aquí van algunos esbozos de mujeres del noreste que se distinguieron por ser de armas tomar.
Gracias a Raimundo Hernández Alvarado y Juan Fidel Zorrilla (q.e.p.d.) sabemos de la existencia de Isidora Valle, quien el 20 de mayo 1815 fue ejecutada en la Villa de Aguayo, actual Ciudad Victoria, Tamaulipas. Fue fusilada junto con otros insurgentes que se habían sumado al grito de libertad y de independencia que el padre Hidalgo había proclamado en 1810. Ella siguió a los rebeldes que hicieron tambalear el régimen del entonces gobernador del Nuevo Santander don Manuel Iturbe, entre los que destacaban Bernardo “El Indio Huacal”, Martín Gómez de Lara y otros que finalmente fueron derrotados por Joaquín de Arredondo y su bien organizada fuerza compuesta por solo 200 hombres.
Isidora tuvo la fortaleza de servir como correo, como proveedora de alimentos y municiones a los insurgentes. Fue una efectiva informante entre los más recónditos lugares de la sierra de Tamaulipas. Después de su ejecución, su cabeza fue llevada a Ocampo, Tamaulipas, antigua Santa Bárbara, para que todos vieran lo se hacía en contra de los rebeldes.
Don Israel Cavazos nos platica de la existencia de Leonarda González, que durante la invasión francesa, participó activamente como correo del Cuerpo de Caballería y también como mujer entrona que no temía a la muerte ni a los golpes. Entre su vestido y ropa interior, lo mismo guardaba mensajes que cargas de pólvora y medicinas. Hasta instrumentos musicales llevaba a las tropas para que se dedicaran a los momentos de distracción. Ella murió en Santa Catarina el 26 de octubre de 1878, de 45 años de edad, ya viuda de Luis Sandoval y originaria de Cadereyta.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina