Hemos visto que en la ciudad de Monterrey existen otras vertientes que alimentan al río Santa Catarina, como los ojos de Agua, el arroyo Santa Lucía y los Nogales situado en una hondonada no muy profunda, cercana a la margen derecha del río Santa Catarina, con la cual sus accionistas presumían se podían regar mil 400 hectáreas a mediados del siglo XX. La sierra de las Mitras es una cadena montañosa que no pertenece a la Sierra Madre. Corre paralela a ella y en su comienzo al pie de San Jerónimo, cuenta con dos pequeñas estribaciones que se extienden de poniente a oriente, una de ellas, la de la izquierda va hasta el cerro del Obispado y la otra continúa a la derecha hasta casi tocar el cerro de la Silla. Esta es una cordillera de lomas situadas al sur de la ciudad, a las que conocemos como de la Loma Larga.
El extremo oriente de la Loma Larga era el paso obligado hacia la zona citrícola. Ahí precisamente comienza el cañón del Huajuco que es atravesado por el río la Silla. El río lleva el nombre y hace honor a la cadena montañosa que se llama de la Silla y que viene desde Allende hasta Guadalupe y Juárez, Nuevo León. El río la Silla recorre poco más de 20 kilómetros desde su origen en el Huajuco, hasta el paraje de la Pastora en Guadalupe y poco más abajo se junta al Santa Catarina. Este a su vez viene de una serie de arroyos que recogen las aguas y corrientes que bajan de la Sierra Madre como la del arroyo la Estanzuela, Chupaderos, el antiguo mineral de San Pedro y San Pablo, el Diente y Mederos y de otros arroyos que bajan de la sierra de la Silla y de otros más que corren en línea paralela entre la Loma Larga y la avenida las Torres, que recogen las aguas que bajan del cerro del Mirador y de la Loma Larga, formando un arroyo no muy ancho que pasa por las estribaciones de la Loma Larga y sale por la avenida Eugenio Garza Sada para unirse al río la Silla en el parque Canoas.
Este arroyo también también tiene de fama de que baja con un caudal y una velocidad considerable. Dicen los vecinos más antiguos del sector de la colonia las Brisas, que desviaron el cauce para construir una institución educativa de renombre y una parte de un gran centro comercial, haciendo que las aguas busquen salidas por entre las colonias del sector.
El Arroyo Seco alimenta al río la Silla. El arroyo Seco viene del antiguamente llamado cerro del Caído, actualmente del Mirador. Nace en el sector conocido como Valle Oriente que pertenece a San Agustín en San Pedro Garza García. Baja de sur a norte por entre los límites de San Pedro Garza García y Monterrey y de aquí hasta su desembocadura al río la Silla.
Es un arroyo ancho, no muy profundo que permanece seco regularmente todo el año, excepto cuando hay fuertes y continuos aguaceros. Entonces el cauce seco se llena de agua y destruye con su fuerza todo lo que encuentra a su paso y lo peor del caso, es que también se lleva a las casas que se han instalado en forma irregular en sus riberas.
Pero no siempre fue seco. Cuenta la leyenda que una ocasión una familia de campesinos que viajaban en una carreta y que procedían del cañón del Huajuco, fue sorprendida por las impetuosas aguas que en una crecida venían incontenibles, arrastrándolos en su trayecto hasta hacerlos desaparecer. Dicen que solo la madre se salvó y que con esfuerzos sobrehumanos llegó a una de las orillas en donde comenzó a gritar desesperada sin recibir ayuda de los transeúntes ni respuesta de su familia a quienes aun confiaba con vida. Al ver que ya no quedaba nadie de los suyos se lanzó a las aguas para alcanzarlos en su destino. Pero antes de tirarse al agua, maldijo al río, el cual por eso se dice que permanece seco y solo lleva agua cuando hay fuertes lluvias se llena su cauce. Después de su incontenible furia pasa a pequeños riachuelos que al poco tiempo desaparecen.
Indudablemente que el río la Silla como el arroyo Seco y otros más, son los que mantienen en alerta en tiempos de lluvias a todo el sur de la ciudad de Monterrey. Y en donde también hubo fuertes pérdidas materiales. Sin duda alguna, un rio y un arroyo que no olvidan su vocación.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina