Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació en Tixtla, población del actual estado de Guerrero a principios de agosto de 1782. Fueron sus padres Juan Pedro Guerrero y Guadalupe Saldaña. Su familia pertenecía a la casta de los mulatos…
Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació en Tixtla, población del actual estado de Guerrero a principios de agosto de 1782. Fueron sus padres Juan Pedro Guerrero y Guadalupe Saldaña. Su familia pertenecía a la casta de los mulatos. El día 10 de agosto de ese año fue llevado a la parroquia en donde fue bautizado. Se sabe poco acerca de su infancia y de su juventud, excepto que se dedicó a los trabajos del campo y a la arriería, desde la Costa Grande hasta la Tierra Caliente entre 1792 y 1810.
El 26 de mayo de 1811 se unió al movimiento de independencia que promovía en el sur el padre Morelos, quedando a las órdenes de Hermenegildo Galeana. En 1812 destaca en la batalla de Izúcar en Puebla y por ello alcanzó el grado de capitán. Luego acompañó a Morelos en la toma de Oaxaca en donde alcanzó el grado de teniente coronel y recibió la encomienda de organizar la rebelión en el sur de Puebla, dedicándose a la fabricación de pólvora, a la fundición de artillería y preparar a sus tropas.
El 23 de enero de 1814 se encargó de la protección del Congreso Constituyente y debido a sus campañas militares, fue nombrado general por el mismo Morelos. En 1815 conduce y resguarda al Congreso de Chilpancingo a Tehuacán. Después de la muerte del padre Morelos y de la prisión de los principales caudillos surianos, Guerrero continúa atacando a los realistas. Por ello el virrey de Apodaca le manda a su papá don Juan Pedro en 1819, para hacer que deje las armas a cambio de privilegios y riquezas. Temiendo por su muerte, al ver a Vicente se echó a sus pies y con llanto en los ojos le pedía que dejara la lucha insurgente. Se dice que Guerrero mandó llamar a sus principales hombres y les dijo: “este pobre anciano que ven es mi padre, pero mi patria es primero”.
Entre 1815 y 1820 permanece como guerrillero, oculto entre las sierra y el territorio inhóspito del sur. En unas veces le toca triunfar, en otras es derrotado, muchas veces tuvo que huir y vivir prácticamente a salto de mata. El 5 de noviembre de 1818 derrotó a un jefe realista llamado Armijo y obtiene un cuantioso botín de guerra que le permite armar a un ejército para continuar con la lucha insurgente de Morelos. El 7 de octubre de 1820 entró en negociaciones con el virrey de Apodaca pero al no llegar a un acuerdo, le pide a Agustín de Iturbide que marche al territorio sureño para que lo someta, lo cual no pudo conseguir.
Luego Iturbide participó activamente en la llamada Conjura del Plan de la Profesa, que ante la amenaza de perder los privilegios que mantenían los miembros del alto clero y del ejército, mismos que las reinstaladas Cortes de Cádiz pretendían desaparecer. El 10 de enero de 1821 Iturbide le escribe a Guerrero para solicitarle su adhesión a un proyecto de consumación de la guerra de Independencia. Pero no se dejó convencer y le responde a Iturbide para que juntos luchen por la Independencia de la Nueva España. Iturbide insiste por medio de un interlocutor de nombre José Figueroa, quien finalmente convence a Guerrero para mantener un encuentro con Iturbide. La famosa entrevista se dio el 14 de marzo de 1821 iniciando con el célebre abrazo de Acatempan, con el que después pactaron las tres garantías: Dios, Patria y Libertad y la unión de los insurgentes y de los realistas. Guerrero reconoce la independencia de México a cambio de instaurar una monarquía constitutiva con el reconocimiento de la igualdad entre todos los mexicanos y la declaración de la fe católica como única religión. Iturbide quedó como jefe del Ejército Trigarante y luego acude en búsqueda de Juan de O´donojú que venía a tomar posesión como virrey de la Nueva España, signando con él los Tratados de Córdoba.
El 27 de septiembre de 1821, Guerrero e Iturbide entraron con sus ejércitos a la ciudad de México. Luego Iturbide se proclamó emperador con el beneplácito de Guerrero quien quedó como general del sur. Pero después se enemistaron, a tal grado de que apoyó el levantamiento de Antonio López de Santa Anna. En una de las batallas fue herido de gravedad. En 1823, al ser depuesto Iturbide, Guerrero forma parte como suplente del Triunvirato que asume el poder ejecutivo. Se convierte en líder de la logia de rito yorkino y en 1824 perdió las elecciones para llegar a la vicepresidencia de la república. Entre 1825 y 1826 se retiró a la vida privada para recuperarse de la herida que sufrió en la acción de Almolonga.
A principios de 1827 fue nombrado presidente del Supremo Tribunal de Guerra y regresa a la acción con el nombramiento de comandante general en Veracruz. En 1828 se suma al Plan de la Acordada para destituir al presidente Manuel Gómez Pedraza.
El congreso lo nombra presidente de México en enero de 1829, cargo que ocupó hasta diciembre de ese año. Durante su presidencia, le hace frente a la invasión de Isidro Barradas, padeció las luchas internas por el poder encabezadas por las logias y abolió la esclavitud el 16 de septiembre, durante su gestión afrontó graves problemas como el suscitado por la expulsión de los españoles de México, el ofrecimiento de Estados Unidos para comprar Texas, a lo cual se opuso rotundamente y la guerra civil de Yucatán.
En 1830 el congreso lo declara “imposibilitado para gobernar la República”, por lo que Guerrero se marcha al sur para levantarse en armas en contra de Anastacio Bustamante.
La guerra se prolongó todo 1830. El gobierno de Anastasio Bustamante, por medio de su ministro José Antonio Facio, se concertó con el marino genovés Francisco Picaluga para dar muerte a Guerrero El 14 de enero de 1831 fue invitado a comer abordo del bergantín El Colombo, anclado en Acapulco, ahí el marino genovés Francisco Picaluga lo toma prisionero y lo entregó al capitán Miguel González, quien condujo a Guerrero a Oaxaca. Un consejo de guerra lo condenó a muerte. Lo fusilaron en la villa de Cuilapan, la mañana del 14 de febrero de 1831. En honor de Vicente Guerrero, un Estado de la República Mexicana ostenta su nombre.
Y así llegó el fin de uno de nuestros héroes más incomprendidos de nuestra historia. A decir verdad, Guerrero fue un guerrero que luchó por la insurgencia con humildad y sacrificio. Que después fue un funcionario público que reconocía sus limitaciones y que no obstante, llegó a ser presidente de México, un mulato que desapareció la esclavitud y que le hizo frente a los españoles durante la expedición fallida de Isidro Barradas. Sinceramente que bien se le puede considerar como uno de los padres de la independencia de México.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina