Parece que fue ayer cuando estábamos iniciando un nuevo año y veíamos el almanaque completito, con sus 365 hojas que, en aquel momento, nos parecían muchísimas.
Parece que fue ayer cuando estábamos iniciando un nuevo año y veíamos el almanaque completito, con sus 365 hojas que, en aquel momento, nos parecían muchísimas.
Sin embargo, en poco más de quince días estará llegando a su fin el año 2009, y, Dios mediante, estaremos iniciando el 2010.
Pero antes de que ello suceda, es necesario tomar las cosas con calma y no caer en excesos que nos impidan disfrutar de la mejor manera posible las festividades navideñas y de fin de año, sin tener que lamentar algún hecho o situación que eche por la borda nuestra tranquilidad y bienestar familiar.
Todos sabemos que diciembre es un mes particularmente especial, plagado de festejos de toda índole, amén de que se incrementa el flujo vehicular y de personas debido a que por estas fechas regresan al terruño cientos de paisanos.
Y aunque la situación económica no ha sido nada fácil, ni aquí ni en el vecino país del norte, normalmente la gente hace su guardadito o aprovechan el aguinaldo para poder comprar los regalos y para organizar algún convivio familiar propio de las festividades decembrinas.
Aún así, es menester hacer gala de sentido común para divertirnos sanamente y sin caer en excesos que pongan en riesgo nuestra salud e integridad física o la de nuestros semejantes, tomando en cuenta que las cosas no son igual para quien se encuentra en la cama de un hospital o tras las rejas.
Así las cosas, aprovecho la ocasión par a desear a los lectores una feliz Navidad y un año nuevo pleno de salud.