El personaje más controvertido en la historia del noreste mexicano, es sin duda alguna Santiago Vidaurri, quien precisamente éste 25 de julio cumplió doscientos años de haber nacido en la antigua Misión y Presidio de Nuestra Señora de los Dolores de la Punta de los Lampazos.
El personaje más controvertido en la historia del noreste mexicano, es sin duda alguna Santiago Vidaurri, quien precisamente éste 25 de julio cumplió doscientos años de haber nacido en la antigua Misión y Presidio de Nuestra Señora de los Dolores de la Punta de los Lampazos. Su vida gira definitivamente al contexto de la época que le tocó vivir: un México que transitaba del proyecto de nación de los criollos al proyecto de nación de Juárez. Con el primero rompió y con el segundo al fin de cuentas no supo ubicarse. Una etapa en la que México aun no tenía esa unidad nacional. Se decía que México era un territorio en el cual coincidían diversos proyectos en los que tanto los caciques, los caudillos y la iglesia mantenían la hegemonía regional.
Fue descendiente de familias vascas que arribaron al Nuevo Reino de León para participar como pobladores de los lugares más recónditos y peligrosos del septentrión mexicano. Una región más bien de continua guerra viva, que en vez de pueblos mineros o agropecuarios se dedicaban a la defensa de las incursiones de los llamados indios bárbaros. Una porción más bien compuesta por presidios, misiones y estancias ganaderas.
Es probable que Vidaurri sirviera desde su adolescencia en alguno de los presidios de la frontera en los que tenía familiares, como en el de Santa Rosa y San Juan Bautista del Río Grande en Coahuila y en el de Lampazos. Hijo de Pedro Vidaurri y María Teodora Valdés. Emparentado con un exgobernador de Coahuila que andaba conformando una república separatista en 1840 llamado Francisco Vidaurri y Villaseñor. Que se casó con una pariente llamada Juana Vidaurri con quien procreó a dos hijos: Indalecio y Pudenciana, del primero viene un linaje que se desarrolló en Higueras y de la segunda, casada con Patricio Milmo, cuya descendencia son una familia de profesionistas y empresarios, emparentada a su vez con las dinastías más influyentes de Nuevo León.
Seguramente sirvió en el presidio de Lampazos, en donde se sabe que fue encarcelado en 1832 por cercenarle una mano a un compañero de la compañía presidial de Lampazos. En la cárcel se hizo escribiente, cargo que también desarrolló en la Secretaría de Gobierno. El gobernador Joaquín García lo nombró secretario de gobierno, cargo que ocupó en muchas administraciones. También fue capitán y comandante militar de la frontera, la cual protegió de las incursiones y ataques de los llamados indios bárbaros.
En 1854 secundó el Plan de Ayutla, proclamando el plan Restaurador de la Libertad en Lampazos y con el cual se hizo líder de un grupo de prohombres que a la larga llegaron a ser los militares más importantes de la época: Ignacio Zaragoza, Juan Zuazua, Cosme Aramberri, Mariano Escobedo y Julián Quiroga. Apoyándose en ellos se proclamó gobernador y comandante militar de Nuevo León en 1856.
En el siglo XIX sobresalieron cuatro gobernadores: José María Parás, Santiago Vidaurri, Genaro Garza García y Bernardo Reyes. A mi juicio, Vidaurri fue un buen gobernador, pues promovió la industrialización en el estado con el establecimiento de la fábrica de Hilados y Tejidos de la Fama de Nuevo León en 1854, en la cual figura como uno de sus principales accionistas. Se dedicó a embellecer la ciudad, a la protección y cuidado de los pueblos más expuestos a los ataques de los llamados indios bárbaros, estableció el teatro Progreso y para mantener el control y cuidado con las mercancías que entraban y salían por Piedras Negras, Coahuila, decretó la unión de los estados de Nuevo León y Coahuila. Esta medida propició la formación de capitales y de empresarios que van a figurar en la industrialización de Monterrey en la etapa del porfiriato.
Pero también tuvo rivalidades con el centro y con otros jefes militares de la región. Por ejemplo, se distanció con Aramberri, Zaragoza y Escobedo por su férrea posición regionalista. Con ciertos aires dictatoriales, tuvo problemas con el Congreso del Estado que estableció su sede en Galeana, Nuevo León en 1859. En uno de esos enfrentamientos perdió a uno de sus hombres más leales, a Juan Zuazua, quien murió el 30 de julio de 1860 en la Hacienda de San Gregorio en Ramos Arizpe, Coahuila.
Una vez que sometió al movimiento llamado de los Congresistas, se convirtió en el árbitro y jefe absoluto de los destinos de la frontera noreste. Vidaurri se trasformó en caudillo y cacique a la vez. Dicen que un caudillo es un líder natural que busca el bien de los demás por medio de las armas o de la administración pública. Pero también esa cualidad se puede deformar en cacicazgo, en la figura de un hombre autoritario con aires dictatoriales. Y precisamente en los inicios del siglo XIX surgieron cacicazgos regionales que se dedicaron al cuidado y protección de su zona de influencia. Pero también surgieron personajes con aires de caudillos que lideraban planes políticos que defendían con las armas. A decir verdad, la unidad nacional dependía mucho de la existencia de caciques y caudillos regionales.
Se puede decir que en ese entonces, la vida política de Nuevo León y Coahuila iba encarrilada al progreso material y social, completamente al margen de las decisiones políticas que se generaban en el poder central y de las situaciones adversas que se podían presentar.
Porque a decir verdad, Santiago Vidaurri fue un defensor férreo de lo que el consideraba debía ser el federalismo: una forma de gobierno que daba autonomía y determinación política a sus partes, sin aceptar la intromisión de factores externos que pudieran desestabilizar el proyecto político que ejercía.
Y la mejor oportunidad para darlo a entender a los demás, se presentó en 1864, cuando el peregrino gabinete presidencial encabezado por el licenciado Benito Juárez García, en su marcha hacia el norte, huyendo de las tropas invasoras que pretendían establecer un gobierno imperial, llegó a Saltillo con la finalidad de asentar su zona de poder que le permitiera triunfar sobre los usurpadores.
¿Y porqué se asentó en el noreste? Porque en esa época había una bonanza económica generada por la entrada y salida de mercancías diversas por Piedras Negras que lo mismo llegaban a Saltillo y Monterrey o salían a otros lugares por Matamoros, Tamaulipas.
Esto no le gustó a Vidaurri que vio en la presencia de Juárez, la pérdida gradual del poder que había acumulado a lo largo de los años. Juárez entró a Monterrey en febrero de 1864. En una entrevista se enfrentaron dos puntos de vista de una mismo sentido de lo que es y debe ser entendida la política. Juárez no se pudo entender con Vidaurri y salió a Saltillo en donde decretó la separación de Coahuila de Nuevo León y el desconocimiento de los poderes en el estado.
Vidaurri se refugió en Texas y cuando llegaron las tropas del general francés Castagny, se puso a sus órdenes en 1865. Junto con su ejército y apoyado por el único militar que le era fiel, Julián Quiroga, se adhirieron al Imperio de Maximiliano. Era tanta la dependencia entre Vidaurri y Quiroga, que la opinión pública hacía a Quiroga como hijo natural de Vidaurri. Ya en el bando contrario, llegó a ser comisario imperial y luego general de una brigada al servicio de las tropas invasoras y más tarde ministro de hacienda del imperio.
Vidaurri estuvo en el sitio de Querétaro. Junto con Leonardo Márquez salieron rumbo a la ciudad de México para buscar refuerzos, pero al poco tiempo fue tomada por Porfirio Díaz. Vidaurri se ocultó en la casa de un norteamericano, que se dice lo extorsionaba a cambio de la seguridad que le daba en su domicilio. Al fin de cuentas, fue aprehendido el 8 de julio de 1867 y fusilado por la espalda en la tarde de ese día.
Sus restos fueron trasladados a la mesa de Catujanes en Lampazos, para ser depositados en una capilla familiar. Y así acabó la vida de un ilustre militar y ex gobernador del Estado de Nuevo León, que cambió su lealtad republicana por seguir a otro gobierno. Desde entonces su vida gira en torno a la traición y al olvido y de una facción regionalista que pugna para reivindicarlo en la historia.
¿Y por qué se le considera traidor? Por que había una ley que estipulaba que todo trato o beneficio al gobierno usurpador sería catalogado como traición a la patria. Curiosamente la historia volvió a repetirse pero en las personas de Madero y Bernardo Reyes.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina