Las declaraciones vertidas hace unas semanas por el ex Presidente, Vicente Fox, en una reunión de alcaldes panistas, provocaron la reacción natural de políticos y funcionarios de la oposición y también de la gente común.
Las declaraciones vertidas hace unas semanas por el ex Presidente, Vicente Fox, en una reunión de alcaldes panistas, provocaron la reacción natural de políticos y funcionarios de la oposición y también de la gente común.
Como se recordara, con su habitual frivolidad y la imprudencia que lo caracteriza, Fox reconoció que se pasó su sexenio haciendo campaña a favor de su partido, para lo cual dejó encargada su oficina en Los Pinos.
Eso explica tantas barbaridades y asuntos al garete durante su administración, cuyas consecuencias aún se padecen, amén de que su activismo político puso en riesgo la validez de la elección presidencial del 2006, tal y como en su momento lo señalo el Trife.
Al respecto, la mejor manera en que un funcionario público, llámese Presidente de la República, Gobernador o Alcalde, puede ayudar a su partido y a los candidatos que éste designe, es realizando una buena labor, desempeñando su cargo de manera responsable y con absoluta honestidad.
Ahora bien, en el caso particular de los Alcaldes por ser éstos los funcionarios más cercanos a los ciudadanos, además de las obras materiales que realicen, la gente toma muy en cuenta su trato y accesibilidad, y rechaza a quienes, habiendo prometido una administración de puertas abiertas, ya en el cargo es casi imposible verlos y poder hablar con ellos.
Volviendo con Fox, dicen que el ex Mandatario resultó un espejismo, en lo cual se parece a un desierto, tal y como estuvo su oficina en Los Pinos, conforme a lo declarado por él mismo, con lo que el parecido se acentúa.