¡Cuántos hombres, de esos que con su callosa mano están dedicados a cavar la tierra o al ejercicio de algún arte, se encuentran hoy desconocidos, a pesar de la superioridad de su talento.
¡Cuántos hombres, de esos que con su callosa mano están dedicados a cavar la tierra o al ejercicio de algún arte, se encuentran hoy desconocidos, a pesar de la superioridad de su talento.
Y bien, señores, si la sociedad no busca los cerebros privilegiados para protegerlos, ¿hay razón para que venga todavía a poner trabas a aquellos que la casualidad ha traído al estudio de las ciencias?.
No señores, no queremos medir con el tosco compás de nuestros reglamentos el poder de esas inteligencias que sólo Dios puede medir porque las ha criado. Dejémoslas que se desarrollen libremente, señalémosles el texto, pero no queramos alargarles el tiempo. Exijamos de ellas la aptitud, y nada más que la aptitud.
Yo conozco, señores, a muchos jóvenes de talento luchando valerosamente con la miseria, rodeados de las mayores privaciones pero llenos de fe, y dedicados al estudio con tanta asiduidad y sufriendo tantas vigilias que ciertamente en cualquier sociedad menos egoísta que la nuestra serían recompensados.
Muchos de estos jóvenes sienten arder su cabeza por la llama del genio que les dice Trabaja y vencerás; y ellos trabajan para vencer.
Bajad hasta la familia del estudiante pobre, examinad lo que en ella pasa, y comprenderéis su situación.
Allí veréis al padre encorvado bajo el peso de un trabajo cotidiano, muy poco productivo las más veces. Le veréis apurando sus escasos recursos y sujetando a toda su familia a multitud de privaciones para proporcionar a su hijo que estudia la subsistencia en el colegio.
Volved los ojos al resto de la familia, mirad a los demás hermanos trabajando con el padre, y con una educación casi abandonada, porque los esfuerzos del padre apenas bastan para la educación de un solo hijo.
Pero reflexionad todavía que estos sacrificios, y los de su familia, muchas veces se hacen inútiles por defecto de la libertad de enseñanza.
Referencia: Sesión del 11 de agosto de 1856, debate del Artículo 3º Constitucional, ponente el Sr. Don Manuel Fernando Soto.
Continuará
Santos Noé