Allá por el año de 1974, en el risueño Municipio del famoso pan y rica nuez: Bustamante, N.L., se jugaba una de las jornadas de la Liga Regional Antonio García de béisbol.
Esa mañana los Aztecas de Bustamante, recibían al equipo sabinense La Popular, de Don Enrique Garza Guajardo, entusiasta promotor del rey de los deportes. Los jardineros de la Popular eran: en el jardín izquierdo, Benito Pérez, en el jardín central, Aarón Román de León y en el prado derecho, que no cualquiera lo juega eficientemente. Ernesto Contreras.
Falta relatar que dentro del terreno de los jardines entre central y derecho: había un jacal, que al correr de los años y las décadas, todavía se observa. Pues bien y para acabarla de amolar; como ave de mal agüero, estaba habitado, el multimentado jacal.
Cabe decir también, que el campo era abierto. O sea que no había barda, ni cerca o malla que lo delimitara. Cuando la pelota viajaba por aire o por tierra, fuera lo mismo, los contrarios y espectadores gritaban: -¡Me traes un conejo! ¡O una liebre!-
Al batear el jugador de los Aztecas un tremendo batazo de aire, Aarón, se le pegó como chicle, atrapó la pelota, con la velocidad de un gamo, casi en los linderos del jardín derecho.
Hasta allí todo era normal, pero; el can de la casa, sintió que era invadido en su propiedad y que sale presuroso en cuatro patas, en busca del agresor para cobrarle la afrenta y osadía de Aarón.
Este, al ver al feroz can, que casi parecía león, que se le echaba encima, con las más negras intenciones de morderlo, corrió y casi volaba rumbo a segunda base. Al verlo pasar el umpire de bases le dijo: ¡Oye, si apenas va un out y tú vas pa’l dugoutl.
¡No, le contesta Aarón, no vez que el perro me viene correteando y me quiere morder!.
Ni que decir, que el ambiente y el juego subió de tono con aquel incidente. No se recuerda la pizarra final, pero la santa correteada que dio Aarón, todavía se evoca de boca en boca.