Era una papelería pero también se vendían libros.
Era una papelería pero también era una mercería… era un lugar de vitrinas, de anaqueles y cajones, de papel de envolver, de tijeras, de cintas para pegar y de un metro de madera, de dulces y de sodas, de escalones a la banqueta y de altas puertas a la calle.
Al pasar, uno veía el letrero… “Papelería ABC”…
–Un pliego de papel ministro rayado.
–Un tintero.
–Una pluma –¿fuerte o de tajo?
–Un diario de tres manos.
–Tres libretas “Colonial”.
–Un cuaderno de dibujo.
–Un libro “Corazón. Diario de un “Niño”, de Edmundo de Amicis.
Son algunas de las cosas que recuerdo haber ido a comprar. Pocas, en realidad, pues la economía hogareña no daba para mucho y los gastos escolares eran penurias mayores.
Me agradaba ir a la papelería. Me gustaba ver tantas cosas: útiles, colores, figuras y adornos.
Me gustaba el nombre ABC… y los libros, sobre todo los que estaban a la mano en un exhibidor giratorio en la casa aquella de balconcitos y columnas como si fuera un convento, de la calle Porfirio Díaz; un día supe que antes había estado ahí una escuela religiosa.
En mi vida intelectual, especial significado tuvo ese lugar; pues ahí, sin que nadie se diera cuenta, muchas veces tomaba los libros y realizaba por interés propio mis primeras lecturas de historia y de cultura general… en Populibros La Prensa, aquéllos que valían $ 2.50… de vez en vez, y a veces de día en día, me acercaba a los libros del exhibidor giratorio y los tomaba en mis manos, y los empezaba a repasar hoja por hoja… los volvía luego a dejar en el mismo lugar… tantas veces fue, que obtuve el “derecho” de leer muchos libros sin comprarlos.
Recuerdo haber leído libros como: Vámonos con Pancho Villa Pilla de Rafael M. Muñoz, Apuntes de un lugareño de J. Rubén Romero, Tropa vieja de Francisco L. Urquijo, El asesinato de Trotsky de Leandro Salazar y otros tantos más.
Creo que ahí inicié mis primeros pasos en la vocación de la lectura. Vocación que luego continué en la secundaria, en la excelente biblioteca “Antonio R. Del Valle” y luego después en la enciclopedia ESPASA-CALPE, de la Escuela Normal.
Hoy, muchos años después, les agradezco a las empleadas de la Papelería ABC el que me hayan dejado leer sin molestarme… no sé si lo supieron pero ahí leí mis primeros libros. Le agradezco a Doña Juanita su amabilidad de siempre. Y a Don Nicolás Gutiérrez Rojas, hombre de cultura, empleado público federal, el haber fundado una negociación que ya es tradición de 40 años en Sabinas Hidalgo, N. L.
¡Salud, Don Nicolás!… los recuerdos no pagan las deudas morales, sólo las reviven… en eso consiste la gratitud… el ABC de la humildad.
10 de octubre de 1986.