En el terreno político siempre será más sano y deseable contar con diversas opciones, en cuanto a partidos se refiere.
De esa manera, los ciudadanos tendrán de donde escoger a la hora de votar para elegir a sus gobernantes a los integrantes del Poder Legislativo, en todos los niveles.
Y aunque existe el llamado voto duro, es un hecho que, a la hora de votar muchos ciudadanos se fijan más en los candidatos que en el partido que los postuló; sin embargo, ello no resta validez e importancia a la necesidad de que existan partidos de diversa ideología, independientemente de como se manejen éstos.
Ahora bien, la existencia de varios partidos políticos supone la existencia de contrapesos que impiden que un gobernante haga de las suyas cuando cuenta con un Ayuntamiento o un Congreso a modo.
Aún así, el titular del Ejecutivo (municipal, estatal o federal) siempre tratará de sacar avante sus propuestas, para lo cual será necesario el diálogo y una intensa labor de convencimiento, amén de estar dispuesto a ceder y a conceder algo a la oposición.
En este punto donde mucha gente, particularmente los miembros o simpatizantes del partido en el poder, reniegan de la oposición, acusándola de entorpecer la buena marcha de la administración.
Y aunque lo deseable sería una oposición inteligente (en el buen sentido de la palabra), sería, constructiva, que no se oponga por sistema y que actúe de acuerdo a las necesidades y los intereses de la comunidad, siempre serán necesarios los contrapesos, máxime si se toma en cuenta cómo se las gastan nuestros gobernantes y la metamorfosis que el poder obra en ellos.