Tocaba y cantaba… bajos sus dedos, el teclado de aquel hermoso y gran piano negro del cual salían agradables sonidos; canciones del maestro Agustín Lara se escuchaban en el área de la calle Bravo.
Hermosos y muy agradables sonidos salían al oprimir las teclas de aquel piano; un piano tal vez igual a muchos, pero para nosotros tenía un sonido inigualable, era la música de aquel piano y varias voces que alegraban aquella parte del barrio al que nosotros también lo conocíamos como “El Buche”.
No podíamos ver al pianista, como tampoco a ese gran instrumento musical, pero sabíamos que allí estaban; el piano y el pianista.
Muchas historias como un verdadero contenido de prosa y música han quedado en el éter, mas sin embargo, el piano, hace hoy también sus remembranzas, como aquella melodía del maestro Lara y que en una de sus partes dice: “Noche de ronda que triste pasas, que triste cruzas por mi balcón, noche de ronda como me hieres, como lastimas mi corazón” brillantes interpretaciones salidas del teclado de aquellos pianos del ayer, que son hoy verdaderas piezas de colección en el pueblo.