Personaje de Leyenda en la historia de Sabinas Hidalgo
Al enterarse por Semana del fallecimiento de Don Juan García Rivera (q.e.p.d) en la hermana república centroamericana de Honduras, acontecido el pasado 28 de diciembre (1983), me motivó el doliente suceso a escribir estas notas, haciendo dos reflexiones que hoy quiero exponer:
Durante treinta años, un hombre se alejó de su pueblo. Desde los últimos años del siglo pasado, hasta mediados de la tercera década del presente. Un joven sabinense, pobre de bolsillo y rico en imaginación –mezcla que muchas veces genera una voluntad de aventura, búsqueda y riesgos– salió del anonimato pueblerino y se perdió en una leyenda.
Se alejó de la villa, traspasó el país, cruzó los mares… ser perdió… se consumió en el recuerdo para volver a nacer… lejos, al sur, en un istmo de pasiones y de revoluciones. Convirtió la aventura en empresa, la búsqueda en trabajo y el riesgo en destino, surgiendo así el hombre, e iniciándose el nombre de Manuel M. García en la buena tierra hondureña.
Pero las viejas raíces no habían muerto en el noble espíritu de aquel hombre ya maduro y un día, decidió regresar para retornar con la leyenda ahí donde había comenzado. Manuel M. García volcó sobre su pueblo de origen, progreso y cultura, realizando una obra perdurable para trascender en la historia de Sabinas Hidalgo.
En una obra basada en su propia visión, esfuerzo y desinterés. Una obra que tiene los tintes de la filantropía y del humanismo.
Perduran las obras, perdura el recuerdo, pero la leyenda tiene que transformarse en enseñanza, en lecciones claras, de servicio social, de actitud cívica y de referencia para con todos aquéllos que hacen el bien, poniendo por delante su esfuerzo.
El hombre se fue y dejo atrás otra vez el pueblo, traspasando el país, dejando su obra y su leyenda con nosotros.
Y desde entonces, estamos en deuda. Las nuevas generaciones necesitan saber quién fue Manuel M. García, ¿cuál fue su obra, cuál fue la mística y la razón de su empresa con nosotros? ¿En qué consiste la leyenda, cuál es la enseñanza?
Bastarán sólo dos obras para recordar siempre a Manuel M. García: las escuelas que construyó y el canal de La Turbina. Bastaría sólo decir que vino después de muchos años y desde lejos a realizar para su pueblo tales empresas.
Necesitamos que la leyenda benefactora no se pierda, para que se respete, para que se engrandezca, para que se limite.
La segunda reflexión tiene más bien el carácter de una indagación histórica, con motivo de un trabajo de investigación que realicé en la U. A. N. L. sobre un precursor de la República Mexicana, Catarino Erasmo Garza (1859–1895) ha descubierto, entre otras cosas, que Centro América era, a fines del pasado siglo, refugio natural de muchos mexicanos exiliados, enemigos del régimen de Díaz.
Catarino vivió exiliado en Costa Rica y murió en Panamá. En líneas generales he podido reconstruir los años de exilio de Catarino en Costa Rica, puesto que son solamente tres, de 1893 a 1895 y creo que hay un paralelo, al menos inicial, entre este personaje y de hecho el natural exilio del joven Manuel M. García en Centro América, por lo cual pienso de que ya es hora de que la leyenda de Don Manuel M. García en aquel lugar, se estructure, se redacte, ya que eso será valioso y positivo para la historia.
La leyenda benefactora, la leyenda de inquietudes sociales y de empresas aquí y en Centro América de este personaje tan nuestro, debe de incorporarse plenamente a la historia de Sabinas Hidalgo.
8 de febrero de 1984.