No podía saltar de remembrarse, los hechos que rodearon al modesto equipo de softbol, representativo del IMSS local, en el cual jugaron, casi sin calidad, con muchas ganas y ánimo de hacer las cosas bien, (más bien con el corazón en la mano). Y al equipo de la Seguridad Social (entiéndase y léase, los empleados de la Clínica Nº 10 y del Centro Nº 4, en forma breve. Pero sustanciosa). El público y los contrarios les decían: El nogal o Los Nogales. Por la simple razón, de que todos los apaleaban, (pero eso sí, nunca se rindieron, ni perdieron por default), caía de frente y con la cara al sol y no pedían, ni daban cuartel.
Como no completaban el equipo, con los socios del Centro Nº 4 y amigos de los jugadores, se integraron otros elementos al plantel de jugadores, entre los que se recuerda a: José Enrique Cuevas Rodríguez, Leonel Arturo Ruiz Reséndez, David Garza Villarreal, Héctor Gandhi Montemayor Ayala, Glafiro Guadiana Jasso, Sergio Morales Guadiana, Aarón Román de León, Carlos Viejo González, José Perfecto Vázquez Santos, Miguel Garza Durán, Carlos y Alonso Román Villarreal, Rubén Eugenio Solís Montemayor, Juan Carrasco, Emeterio Contreras Ramos, Eduardo Sanmiguel Quezada, Valdemar González Garza, Oziel Ruiz García, José Mercado Jímenez, Francisco Alejandro Cantú “Panchito”, Manuel González Alcorta, Gustavo Oviedo, José Luis Pérez Meza, Sebastián Ovalle, José Ramírez Simentales, José Manuel Leal, Ismael Montemayor de León, Francisco Sáenz Sandoval.
El color del uniforme, casi siempre era blanco, con vivos verdes o amarillos, gorra del mismo color y alguna vez, hasta pants portaron, otorgados por la Sección 2 del S.N.T.E. Entre las madrinas del equipo “aporreado”, se recuerda a: María de la Luz Garza Gutiérrez y a Matilde Castellanos Salinas. Los Directores del Centro Nº 4, y encargados casi siempre se hicieron presentes en las inauguraciones, se recuerda a: Dr. Óscar Lara Valdés, Lic. Augusta Vázquez Galindo, T.S. Evangelina Guerra Campos, Lic. Gilberto Cortés Jiménez, Josefina González Lozano, T.S. María de Jesús del Río Zamora, Mayda Diana Mireles Garza, Lic. José Alejandro Orozco Medina, Profra, Gregoria Ayala Martínez, Dario Antonio Rodríguez Garza, Profra. Elodia Cruz González, Lic. Bertha Imelda Morales Peña, L.A.E. Tereso Héctor Chacón Salas, T.S. Yolanda Sánchez Mejorado, T.S. Yolanda Angélica Solís Tamez, T.S. Idalia Alvarado Olvera, T.S. Laura Reyes y T.S. Martha Alicia Soto Téllez y últimamente Eloy Treviño Flores.
El equipo hizo sus “pininos” en Bella Vista, en el parque “Daniel Guadiana Ibarra”, que tenía un pequeño graderio de madera, lámina de cartón en el techo y una telita de 2 metros de alto atrás de home, (no podían haber más de 100 espectadores en las gradas, porque se caían), pero se vivía un romanticismo y todos eran felices, ya este deporte -de la pelota blanda. La empezaba a “hacer sombra” al “rey de los deportes”: El Béisbol.
Como en 1977 en la Administración del Sr. Homero Lauro Ibarra Montemayor y como Promotor Deportivo el Profr. Eduardo Cárdenas Gómez, el equipo del IMSS, se trasladó a “Las Anacuas” al que dieran vida en la Colonia Pablo de los Santos, después tuvo hasta una barda de llantas y luego de madera y una telita atrás del home, para evitar las intromisiones de los espectadores y jugadores y que la pelota, “melón” -para algunos- cayera en la acequia y se mojara. (Un numeroso público animaba a los jugadores, que se sombreaba bajo las anacuas y nogales).
Y como lo prometido es deuda, de ese equipo o “pedazo de equipo” -dirían otro-, se extrajeron hechos no muy insólitos, pero eso si, dignos de mencionar, como los siguientes:
Benito, dirigente del modesto equipo, -y organizador del torneo-, batallaba para encontrar una posición idónea a cada jugador. Pensó que Cuevas, solo se podía desempeñar como pitcher. Y así fue lo entrenó toda la semana y se llegó al fatídico domingo.
Hizo 3 lanzamientos a home, que el catcher (Leonel Arturo Ruiz) no recibió jamás. La siguiente acción se repitió así; hacia el lanzamiento, el bateador la cazaba con ojo de lince, volteaba “Quique” y todo el equipo a observar como la pelota ganaba altura, y olímpicamente desaparecía detrás de barda. (Mario Ibarra la depositaba cerca de la segunda base en el campo de béisbol).
Después del tercer jonrón, volteaba “Quique” le dice a Benito:
– ¿Entonces qué? ¿le sigo?.
– Que sigo, ni que sigo, ¡Salte! -le gritaba Benito- ¿no ves que nos están garroteando?
Acto seguido, traía a otro “bombero” o lanzador y casi pareciera, que le echaba gasolina a la lumbre, no hallaba como apagarla.