Como cada año, a finales del pasado, mes de diciembre, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos acordó el aumento a los salarios que regirá durante el 2008.
Y como de costumbre el incremento acordado resulta ridículo, en franca violación al Artículo 123 de la Constitución, pues con el salario mínimo no se satisfacen las necesidades básicas de una familia.
Al respecto, en la columna “Coordenadas”, que se publica en la sección financiera de “El Norte”, el miércoles 12 de diciembre, su autor, Enrique Quintana, hizo un viaje en el tiempo y recordó que en los primeros meses del año 1970 el salario mínimo tenía un promedio nacional de 27.93 pesos diarios.
Con dicho salario, escribió Quintana alcanzaba para comprar 27 boletos del metro, 19 kilos de tortillas y 11.6 litros de leche.
“El huevo se vendía apenas a 60 centavos el kilo y el mínimo alcanzaba para 46 kilos”, y también se podían comprar 1.46 kilos de carne.
Y para que hagamos una comparación, según el estudio de Enrique Quintana, con el salario mínimo actual sólo alcanza para adquirir 24 boletos del metro; 5 kilos de tortillas, 310 gramos de carne y poco más de 3 kilos de huevo.
Ello nos habla del deterioro que ha venido sufriendo el salario, sin que se vislumbre alguna mejora en icho rubro, destacando, en contrapartida, la facilidad con que se aprueban aumentos a toda clase de productos y servicios, como lo empezamos a ver desde el pasado mes de diciembre, y, aún más, a partir de enero en curso, lo que perjudica, mayormente, a los más desprotegidos, que nunca le ven el fin a la cuesta.
Y para acabarla de amolar, un estudio reciente del Banco Mundial, reveló que México es el país más caro en América Latina.