Y me dijiste, yo quisiera que mi abuela fuese mi mamá y ¿Porqué? Te dije, me señalaste que con ella puedes ir a muchas partes, que ella te compra todo lo que quieres, también dijiste que te gustaría irte con ella a Houston.
Estoy de vacaciones, pero encerrada en casa y esas no son vacaciones. Esa tarde había tormenta y tú le tienes pavor a la lluvia, desde aquella ocasión en el arroyo del Topo se desbordó y el agua inundó muchas colonias en San Nicolás.
Cuando hay tormenta te sientes inquieta como un pequeño canario asustado dentro de una jaula. Tus primos no estuvieron esa tarde, sin embargo las tardes anteriores las disfrutaste plenamente pero ayer te vi muy triste, casi no comiste, querías calmarte viendo televisión, te disgustaba porque se perdía la señal del satélite por el mal tiempo.
Ya era tarde, ya pasaba de la media noche y tu aún despierta en la cocina platicando con la abuela, estabas en un lugar seguro pero te faltaba la protección de tu madre, le marcaste a su teléfono y se vino de inmediato, en menos de sesenta minutos te tenía en su regazo.
Recuerdo que por la tarde ganaste muchos juegos en la partida de dominó. Cuando ya te ibas dijiste: Abuelo, ¿todas las niñas tienen una abuela como la mía? No sé, pero creo que sí. ¡Sí estoy seguro que sí! Porque todas las abuelas quieren seguir dando el amor que les quedo como madres.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.