Pasaron las fiestas decembrinas y hacemos un recuento de lo ocurrido; dentro de nuestra casa tuvimos un hermoso árbol de Navidad y junto a él muchos regalos envueltos en vistosos papeles brillantes. Decoramos nuestras casas con cientos de luces multicolores y colocamos un enorme moño rojo al frente de nuestro auto.
Estábamos todos, los parientes, los vecinos, los amigos; intercambiamos regalos, gastamos todo, sí habíamos gastado todo nuestro aguinaldo, en comidas, en bebidas y en regalos para celebrar la Navidad.
Todo para celebrar el cumpleaños de alguien a quien ni siquiera mencionamos en toda la fiesta. Todo era alegría, risas, bullicio, música, piñata, bolsitas, tamales, buñuelos, frijoles a la charra, carne, menudo; comida, mucha comida y de bebidas ni qué hablar, muchas y sin medida.
Todos y en muchas partes celebrábamos aquel cumpleañoa y lo más extraño es que no había un solo regalo para el festejado, es más, ni siquiera lo invitamos y creo que si hubiese llegado, se sentiría mal, muy mal, porque “ÉL” es sencillo.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.