El poder marea, dicen con autosuficiente filosofía las personas mayores de los pueblos y vaya que tienen razón, la prueba la tenemos con el ajonjolí de todos los moles en el municipio de Monterrey, el Secretario del Ayuntamiento Marco Antonio Orozco, a quien la soberbia le gana y en su afán de quitar los obstáculos de su camino para llegar a la alcaldía de Monterrey, llevó a su jefe Adalberto Madero a cometer un desatino.
Nos referimos a la separación de su puesto de quien fuera hasta hace unos días el Director de Comercio Ing. Jesús Chapa Garza; el tal Marco le puso infinidad de trabas al accionar de Chapa, lo presionó para desalojar ambulantes, lo obligó a que lo acompañara en los actos de lucimiento personal, con actuación especial para los medios de comunicación cuando iban a decomisar películas pornográficas, labor que le corresponde a la justicia federal.
La reacción de la Cámara de Comercio, así como la de los líderes de las centrales obreras, no se hizo esperar y mostraron repudio a la disposición de la dupla Maderito-Marco, más aun cuando colocan en dicho puesto a un acarreador de votos panista procedente de Cd. Benito Juárez, ignorante de los vericuetos de su nuevo trabajo, pero esperan pague su cuota de "traxcavo electoral" en la próxima contienda por la gubernatura.
Madero de nuevo cae en la trampa que le tendió Marco Heriberto Orozco, pues en su afán de cuidar su imagen política, el alcalde regiomontano no aguanta la presión de un periodicazo, ni el reportaje sensacionalista de las televisoras. Otra vez Adalberto enseña su novatez, su inexperiencia en el ejercicio administrativo y cual Hitler de barriada, se deshace de uno de los más fieles maderistas.
Esta renuncia dizque por cuestiones personales relacionadas con los negocios de Chapa Garza, no convence al cotarro político y como siempre Madero no da una explicación a la comunidad, parapetándose en su escudero de barriada el tal Marco.
La separación del Director de Comercio nos enseña también lo ruin de la actuación del alcalde y su operador en la Secretaría del Ayuntamiento; se acabaron los tiempos en que se protegía al equipo de trabajo, hoy la ruindad arrolla al sentido común y en vez de proteger a sus colaboradores y partidarios se deshacen de capital político, de gente fiel, tan escasa en la gestión pública.
En fin, que podíamos esperar, la insidia y la traición reunidas en una sola persona: el tal Marco.