En los últimos años se menciona continuamente al magisterio; dimes y diretes se expresan por funcionarios, periodistas, candidatos y todo aquel que se siente componedor de la educación en Nuevo León y México. Mucho se ha escrito sobre este combativo gremio acerca de sus remuneraciones y prestaciones.
Se ha hecho mofa y escarnio del profesorado debido a situaciones ajenas a su quehacer, por ejemplo, se habla mucho del calendario escolar y de los días feriados que contiene, así como los tradicionales "puentes", pero este calendario escolar no lo fijan los maestros, lo establece la Secretaría de Educación Pública.
También los planes y programas de estudio le son impuestos, la mentirosa evaluación que parte de la calificación de cinco y no del cero, es otra resolución de la Secretaría de Educación Pública, pero es el maestro, quién tiene que dar la cara por estar en contacto directo con la comunidad.
Algunos malos elementos deterioran la imagen magisterial, pero esto también ocurre en otras profesiones y oficios. Los medios de comunicación dan demasiado realce a un hecho accidental o delictivo donde participa un profesor, pero no hacen lo mismo cuando el actor es otro profesionista.
A diario más de cincuenta mil profesores en Nuevo León, se desempeñan frente a su grupo y a veces en condiciones poco favorables: edificios escolares mal construidos, mal ubicados, sin ventilación adecuada, carentes de mobiliario, sin material didáctico, abandonados por las autoridades, con poco interés de los padres de familia, pero allí están, en una labor ardua, titánica, casi épica o heroica, en una sociedad a veces mezquina en su reconocimiento y presta a reclamar cualquier desliz.
Se reconoció oficialmente el trabajo de los profesores en 1918, cuando se celebró por primera vez el Día del Maestro y debemos sentirnos doblemente orgullosos, porque fue un profesor nuevoleonés quién lo propuso, en su carácter de diputado federal, ante el Congreso de la Unión.
El maestro Jonás García originario de la hacienda de Santa Rosa en Apodaca, N .L. nació el 12 de septiembre de 1872; desde muy joven se dedicó a las tareas educativas, aun antes de obtener su título profesional en 1891; Monterrey, Sabinas Hidalgo, Lampazos, Saltillo y San Antonio, Texas, fueron testigos de su quehacer docente.
Los afanes políticos no le fueron ajenos al participar en actos y mítines antiporfiristas, luego se adhirió a la Revolución Constitucionalista; fue diputado federal y senador por Nuevo León, además, Director Federal de Educación en nuestro Estado y en Tamaulipas.
En su carácter de legislador federal, promovió el festejo del Día del Maestro entre los representantes populares, al presentar la iniciativa para declarar el 15 de mayo como Día del Maestro, con suspensión de labores escolares para organizar ese mismo día, festividades culturales.
La propuesta se presentó ante 134 diputados el 20 de octubre de 1917 y fue aprobada por 128 votos a 6; los que votaron en contra, lo hicieron argumentando que casi siempre el 15 de mayo caería entre semana y ellos propusieron que el Día del Maestro fuera el primer domingo de mayo, para no interrumpir las clases.
Después se aprobó en la Cámara de Senadores y el presidente Venustiano Carranza ordenó su publicación en el Diario Oficial de la Federación, donde apareció el decreto el 23 de noviembre de 1917.
En Nuevo León, el Director General de Instrucción Primaria había visto el dictamen en un periódico escolar de Yucatán y solicitó a la XXXVII Legislatura se expidiera un decreto similar, por ser "de estricta justicia que la representación genuina del pueblo nuevoleonés declare secundado lo decretado por el Congreso General… para patentizar en esa forma la estimulación que merecen los que con abnegación y sacrificio dedican sus energía a difundir la instrucción y la educación".
Días más tarde, el 15 de mayo de 1918, la misma Legislatura declaró Beneméritos de la Educación a los maestros Miguel F. Martínez y Serafín Peña, forjadores de la escuela nuevoleonesa, merecido reconocimiento en vida de estos grandes mentores.
Es así como cristalizó a nivel nacional la idea de un maestro, orgullo de Nuevo León, el Profr. Jonás García.
Mucho se puede decir de la educación nuevoleonesa, pero es necesario corregir vicios y defectos en el aparato administrativo, eliminar instancias burocráticas, darle de nuevo identidad a cada nivel educativo, dar otra proyección a las regiones, apoyar la tarea académica de inspectores y supervisores para que no sean meros acarreadores de papeles y estadísticas y que actúen en consecuencia como personas identificadas con la problemática educativa. En cuanto a comisionados y aviadores si es que los hay, en menos de diez días que justifiquen su actividad los primeros y acabar con las pistas de aterrizaje de los segundos. ¡Festejemos a nuestros profesores y ayudémosles en la tarea de educar a nuestros hijos!