¡Hoy la luz está cara!
Las enormes puertas de cristal del banco, antes cerradas para mantener el excelente clima, estuvieron abiertas.
¡Se fue la luz! Y las cajas registradoras de las tiendas de autoservicio detuvieron su marcha.
¡Se fue la luz! Y las bombas expendedoras de gasolina no funcionaron.
¡Se fue la luz! Los refrescos vendidos en las tiendas pequeñas no estaban helados.
¡Se fue la luz! Los teléfonos inalámbricos empezaron a fallar.
¡Se fue la luz! El tiempo detuvo su marcha, el reloj paró sus manecillas.
¡Se fue la luz! La presión del agua en las llaves disminuyó.
¡Se fue la luz! Las luces de colores del semáforo también hicieron un alto.
¡Se fue la luz! Y la copiadora dejó de hacer su “trabajo”.
¡Se fue la luz! ¡Hoy la luz está cara! Los aparatos que auxilian a los hombres y a las mujeres de hoy, hicieron un alto en su diario trajinar.
La tostadora, la cafetera, la batidora, la licuadora, la lavadora, la copiadora, la computadora, la televisión, la radio, el estéreo, la plancha, los ventiladores, los extractores, los climas y demás estuvieron por unas horas de vacaciones.
¡Hoy la luz está cara!
Pero bastaron unas cuantas horas para que pusiésemos el grito en el cielo diciendo: ¡Se fue la luz! ¡Se fue la luz! Porque de antemano sabemos que la energía eléctrica nos proporciona comodidades.
La luz está cara y quizás tengamos que considerarla como “un mal necesario”.
Pero así está el mundo y estas son Nuestras Cosas.
Hasta la próxima.