Comentaba en la columna anterior acerca de los aparentes esfuerzos que realiza el PRI para reposicionarse en el ánimo de la ciudadanía, esperando reconquistar su confianza y, con ello, su voto en futuras contiendas electorales.
En ese marco puede ubicarse el proceso para elegir presidente y secretario general del CEN priísta, donde, para variar, ya hubo cruce de “fuego amigo” y denuncias de “guerra sucia”, confirmándose que en la lucha por el poder se echa mano de cualquier recurso y se hace todo cuanto sea necesario para alcanzar la meta, lo que no es privativo de los tricolores, pues en todas partes se cuecen habas.
Como ejemplo puede señalarse el intento del Comité Directivo Estatal del PAN nuevoleonés de reducir el número de Consejeros (el asunto llegó hasta el CEN panista), a lo que se oponía un grupo de albiazules por considerar que el verdadero objetivo de la medida era otro muy distinto al que se dio a conocer a la opinión pública.
Y en otro caso, recientemente ventilado por los medios, se puso al descubierto que el jefe de asesores del Alcalde de Monterrey, Adalberto Madero Quiroga, seguramente con el consentimiento de éste, puso en marcha un plan para afiliar ciudadanos al partido con la finalidad de influir en próximos procesos internos, ofreciendo cargos públicos bien remunerados a quien se prestara para dicha labor.
Lo cierto es que esto de las afiliaciones masivas no es ninguna novedad, siendo una práctica muy común cuando se pretende inclinar la balanza hacia un lado o favorecer a alguien en particular.
Por algo se dice que en la lucha por el poder, tricolores, azules, amarillos, verdes y los que faltan en la gama de colores del arcoiris, utilizan cualquier recurso y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para conquistarlo o para conservarlo.