En vida todo es trabajo, acciones y decisiones. Cada quien haciendo aquello en lo que está empeñado. Poco tiempo nos dedicamos verdaderamente a valorarnos, de tratar de entendernos y de aplicar la sabiduría de aquel que todo lo comprende y lo perdona.
Por lo común nos perdemos en pequeñeces y en nuestra indiferencia. Con ello desvirtuamos no solamente el valor de lo que hacemos sino también el valor de la misma existencia.
Se ha marcado un hombre que en la mayor parte de su vida ejerció el don del trabajo y procuró verdaderamente el entendimiento y la solidaridad con sus semejantes.
Precipitadamente llegó al final como si el colmo de sus afanes estuviesen plenamente logrados a sus 63 años: una sólida familia, sus negocios en marcha y el haber sido Alcalde de su pueblo entre 1992-94 y llevado a cabo las celebraciones del tercer centenario de la fundación de Sabinas Hidalgo.
Rodolfo Garza Ancira vivió trabajando y sonriéndole a la vida. Trasmitiendo confianza y sabiendo ejercer autoridad y decisión.
Fue un hombre del pueblo. De un pueblo como Sabinas Hidalgo, es como decir un universo de tiempos y valores. Era gente de bien. Gente nuestra tal y como somos.
Compartí con él los trabajos, logrados y realizaciones de lo que fueron los festejos de los 300 años de Sabinas Hidalgo. Nunca dudó de hacer las cosas pese a los problemas que se presentaron siempre apoyó con entusiasmo las actividades. Supo ser Alcalde a la altura y el valor de las celebraciones de un pueblo como el nuestro.
Rodolfo Garza Ancira descansa de sus afanes. La vida continuará. Los hechos han quedado en la historia de nuestro pueblo.
Procedente de una familia de trabajo, formó una familia de trabajo. Respeto a sus mayores y legó dignidad a los suyos.
Descanse en Paz.
30 de marzo de 1996