Sabinas Hidalgo ha sido testigo del desarrollo de una atrayente personalidad que hoy constituye uno de los valores culturales motivo de orgullo en el viejo solar nativo: Celso Garza Guajardo.
Sus inquietudes juveniles lo llevaron, junto con un grupo de coetáneos, a fundar el Club Juvenil Demócrata, cuyos miembros a la par que cultivaban la buena lectura, emprendieron audaces campañas de mejoramiento en beneficio de su pueblo natal.
Su inclinación en las letras ocurrió en las páginas del periódico Semana, tan entrañablemente arraigado en su pensamiento y en su corazón.
“Farándulas” fue el título elegido por el incipiente columnista, expresando en valientes párrafos sus opiniones en esperanzadora búsqueda de una libertad plena para la humanidad. Como todo pensador que se precia de serlo, dio forma a sus escritos en tres apartados: Silencio, Cámara, Acción.
La fanática actitud anticomunista a ultranza que puso en boga la divisa “Cristianismo sí, Comunismo no” trató en vano de acallar su pluma, no faltando el requerimiento del taller donde se imprimía el semanario conminando a su editor a desechar las colaboraciones de Celso, so pena de rechazar la impresión. Tan vergonzoso requerimiento no prosperó y Semana siguió publicándose en otra imprenta.
En su honesta y valiente lucha por una sociedad más justa y más humana lo llevó por diversos rumbos de la patria y del extranjero, regresando tiempo después a la tierra de sus amores casado, con más experiencia, mayor serenidad en sus juicios y provisto de un bagaje cultural más vasto y refinada metodología en sus tareas de investigación.
La Universidad Autónoma de Nuevo León lo recibió amorosa brindándole la oportunidad de colaborar en la Capilla Alfonsina, la biblioteca universitaria en la que alcanzó plenitud como investigador, desarrollando incansable actividad como promotor de los valores culturales de la región, dando a conocer las más puras esencias de cultura norestense, particularmente la relativa al estado de Nuevo León.
La microhistoria se convierte en su diario quehacer y con toda regularidad, y con un estilo cada vez más depurado, ven la luz pública sus escritos.
La gran prensa regiomontana difunde sus interesantes relatos referidos a personajes esencia del pueblo, describiendo los barrios, las casas, las costumbres y el bucólico paisaje; los oficios y quehaceres cotidianos de la gente sencilla del norte se convierte en poesía, en canto popular, acrecentando el interés por su producción literaria, por lo que el Ayuntamiento sabinense lo nombró Cronista de la Ciudad, convirtiendo a Sabinas Hidalgo en uno de los primeros municipios del Estado que contó con un cronista propio, al igual que Monterrey contaba entonces con don José P. Saldaña y ciudad Guadalupe con el profesor Israel Cavazos Garza.
Su disciplinada metodología en la investigación y su emprendedor espíritu lo llevan a figurar como Director del Centro de información de Historia Regional, importantísima dependencia universitaria que merece tal atención, que le es asignada una sede en la ex hacienda San Pedro en Zuazua, cobijando el inicio de una verdadera revolución en el campo de la historia, la tradición y la leyenda regionales y demás manifestaciones de la cultura nuevoleonesa.
Sus innegables méritos como historiador lo llevan a ingresar a la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, que pronto lo distingue con la medalla Alonso de León, codiciada presea de gran mérito ganada a pulso, con oficio leal y productivo, pulso por el que la prestigiada institución lo elige como su presidente.
Su meritoria labor ciudadana lo llevó a figurar como director de actividades históricas municipales de la Casa de la Cultura, ubicada en la vieja estación del Golfo. Fue invitado a formar parte del Patronato Monterrey 400 como presidente de la Comisión de Historia, convocando al selecto grupo de ciudadanos que coordinaron los festejos de las cuatro centurias de la fundación de la ciudad capital.
El virus de la letra de imprenta invadió su ser con fuerza inusitada, fundando la editorial Minas Viejas con el propósito firme de difundir diversos libros sobre la historia sabinense y de otros municipios del Estado así como sobre la vida y obra de su amada alma mater: la Escuela Normal Pablo Livas, destinando para ello el valor del premio que la Universidad le otorgó por su valioso libro En busca de Catarino Garza.
En unión de otro sabinense distinguido, el profesor Héctor Jaime Treviño Villarreal, consolidó la integración de la Asociación de Cronistas del Estado de Nuevo León que agrupa a un nutrido número de investigadores cuya producción merece el reconocimiento de todos los nuevoleoneses.
Por si fuera poco, Celso intervino de guía, inspiración y apoyo para sus hermanos y el grupo de selectos colaboradores del Centro de Información de Historia Regional que en pos de sus huellas imprimen las propias en el vasto campo de la cultura al servicio de la libertad y la esperanza.
Sería prolijo enumerar los eventos ideados, patrocinados y dirigidos por este entusiasta y culto sabinense, transformando por propio esfuerzo en elocuente orador, conceptuoso conferencista, ensayista notable e inspirado poeta, que bien puede ser llamado con toda justicia hijo predilecto de Sabinas Hidalgo, Nuevo León.
Jorge Mascareñas Valadez
Abril de 1996 – Agosto de 2001.