Era un mozalbete de tan sólo 13 años cuando se dio de alta en las filas revolucionarias del entonces Teniente Irineo Villarreal.
Originario de una ranchería cercana a Sabinas Hidalgo, Cayetano Mireles montaba un caballo pinto, que por órdenes del jefe estaba prohibido llevarlo a combate por presentar buen blanco al enemigo.
Mireles se había lastimado los brazos en la infancia por travesuras propias de los chamacos, lo cual le impedía levantar la carabina o trabajar en las rudas faenas del campo, por consiguiente se le asignó el oficio de aguador en las tropas constitucionalistas. Caballo y jinete eran sólo uno, de ahí el apodo “Caballo Pinto”.
Para el año de 1920, los vaivenes políticos llevaron a nuestro personaje a Laredo, Texas, convertido en un hervidero de políticos y militares caídos de la gracia de la dupla sonorense Obregón-Calles: porfiristas, reyistas, maderistas, huertistas, carrancistas, felicistas y otras facciones conspiraban y se reunían en diversos sitios, olvidando viejas rencillas, con miras a volver a la Patria e influir en la toma de decisiones políticas.
Caballo Pinto poseedor de timbrada voz, adquirió una guitarra y a fuerza de tenacidad y paciencia dominó el instrumento, aprendió a cantar y componer corridos y parodias de la revolución. El hambre y la necesidad eran sus inseparables musas. Con estas armas recorría bares y negocios donde se juntaban los exiliados donde los deleitaba, además de contribuir para alegrar el mexicanísimo ambiente.
A la muerte de Carranza, las complicaciones políticas aumentaron. Cierto día Cayetano Mireles, con un dejo de nostalgia, pero a la vez de triunfo y coraje improvisó estos versos:
El pato y la gallareta
almuerzan con Obregón.
El pato le dio un tiro
y le dio en el corazón.
Los amigos se abrazaban
corría toda la gente:
¿Qué haremos, querido hermano?
mataron al Presidente.
Palomita vuela y llora;
ponte crespones de duelo.
En la Sierra de Sonora
llora con todo aquel pueblo.
Al pato lo desplumaron
al rendir declaración.
Gallareta desdichada
tú no alcanzas el perdón.
Al pato lo fusilaron
por su alevosa venganza.
Ya Obregón está sentado
entre Madero y Carranza.
Triste palomo de una bala
tu emparejas por igual
al desgraciado soldado
con el guerrero genial.
Años después, el 17 de julio de 1928, en el restaurant “La Bombilla” cayó asesinado Obregón a manos de José León Toral, bajo el influjo de la Madre Conchita.
Caballo Pinto dibuja en su corrido premonitorio a Toral como el pato y a la religiosa como la gallareta.
Coincidencia o profundo conocedor de la situación política, Cayetano Mireles fue ampliamente reconocido por los enemigos del general sonorense, pues 6 ó 7 años atrás había cantado los sucesos de San Ángel.
Caballo Pinto vivió posteriormente en Monterrey, donde por muchos años fue velador de una importante empresa regiomontana.