En la esquina de Zaragoza y Antonio Solís, por la acera norte, primero vivía Don Vicente Garza, Don Jerónimo Garza y Don Serapio Garza, la característica de estas casas era que tenían un enorme patio común.
La casa de Don Vicente Garza fue heredada por su hijo Arturo y con el tiempo su yerno Ramiro Flores estableció una frutería, después funcionaron unos billares. En casa de Don Marcelino Garza viven algunos de sus descendientes, luego está una cremería y luego la casa del Sr. José Contreras, en las demás casas hay un negocio de reciente creación.
Por la acera sur estaba la casa de Don Carlos Morton Santos, donde crió a su familia.
Fue para nosotros ese hogar una caja de maravillas Don Carlos y Doña Evelia, su esposa, acostumbraban traer de Laredo, para sus hijos, distintos tipos de juguetes que con amabilidad y compañerismo compartían con nosotros: la bicicleta, los guantes de box, las pistolas de vaqueros, los carritos, el tren eléctrico, los trompos, las canicas, los guantes, el bate y las pelotas de beisbol. Todos los niños del barrio teníamos juguetes para divertirnos.
Hubo ocasión en que estábamos más de veinte niños jugando en el patio de la casa de tan generosa familia, ellos aportaron mucho para el encauzamiento social de quienes gastábamos nuestros ocios y pulíamos nuestra imaginación en los corredores y patios de esa mansión. Muchas Gracias Don Carlos y Doña Evelia.
Después trabajó en esa casa la primera unidad del Seguro Social, fue casa de la familia Viejo y actualmente se estableció una oficina de Fidenorte. En lo que era la huerta de la familia Morton vive ahora la familia del Sr. Oscar Ancira.
Enseguida la casa de Don Santos Rodríguez donde ejerció su oficio y crió una numerosa familia, vive en ella uno de sus descendientes, Seguido está la casa de Don Enrique Ancira en la actualidad vive y tiene un negocio el Sr. Abelardo Mireles. En las bardas de esta casa que eran de sillar, nos trepábamos mis hermanos y yo, para colocar los animalitos de barro que hacíamos con limo recién extraído de la noria de la casa, formábamos hileras de vacas y borregos para que se secaran al sol.
Estaba enseguida un despoblado donde acostumbrábamos jugar a las canicas, era del Sr. Guadalupe Lozano y tenía en la esquina un jacal abandonado, donde había nacido el ilustre Maestro Armando Villarreal, compositor de la famosísima canción “Morenita Mía”.
Continuará
Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista