La Adelita, la Rielera, Juana Gallo, la Marieta, la Valentina y otras más fueron aquellas mujeres que en la "bola" como algunos de llamaron al movimiento armado de México allá por 1910 y que estuvieron apoyando como soldaderas.
Desde esa época y también desde antes, muchas mujeres han sacrificado su espacio y su tiempo en aras de un porvenir mejor.
Las soldaderas merecen también nuestro reconocimiento por su valiosa participación y por el hecho de ser mujeres y haber tenido en sus delicadas manos el olor a pólvora.
Dicen que la Revolución se hizo a lomo de los caballo y con la fuerza de las locomotoras y no debemos olvidar también a aquellos que con su pluma escribían en los periódicos la filosofía del movimiento armado.
Durante la dictadura de Porfirio Díaz hubo una mujer neolonesa que escribió poemas en "El Hijo del Ahuizote" y en otros periódicos de combate.
Fue una mujer que participó en forma activa en la política, tenía un valor enorme y levantaba su voz y su letra en los periódicos de la época porque lo consideraba un deber ineludible.
En 1911 se une al movimiento maderista y al triunfo de éste, trabaja por la obtención del voto de la mujer mexicana.
A los 73 años de edad se inscribe en la Universidad Autónoma de Nuevo León, muere a los 82 años en la ciudad de Monterrey, ella era originaria de Lampazos de Naranjo y se llamaba Andrea Villarreal.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.