La sangre joven del pueblo de Sabinas, se rebeló haciendo suyos los ideales de la Revolución que encabezara Francisco I. Madero.
Muchos se fueron a la bola, impulsados por el deseo de reinvindicarse, sin importarles que pudieran quedar heridos o muertos en el campo de batalla.
Otros movidos por el afán de aventura y el deseo de correr mundo extendiendo sus horizontes más allá de los límites del pueblo.
El tres de febrero de 1914 pasó por el Rancho San Salvador una partida de voluntarios que iban a reunirse en el municipio de Cerralvo al Ejército Constitucionalista que comandaba el General Teodoro Elizondo.
Sin pensarlo mucho Silverio Garza Flores ensilló su caballo, tomó su rifle 30/30 y poniendo en el itacate algunas vituallas se despidió de los suyos y acompañó a la partida que iba rumbo al Oriente.
A los pocos días de ingresar al Ejército tuvo sus primeros combates en los poblados de Mojarras y Papagayos de Cerralvo y Doctor González, Nuevo León.
Sintió en carne propia, el fervor de la batalla ya que fue ligeramente herido por un rozón de bala, que lo encrespó y lo motivó para seguir luchando con mayor entereza.
Él había nacido el 3 de junio de 1890, sus padres fueron: Silverio Garza y Julia Flores.
Por la valiosa participación en la batalla fue de inmediato ascendido a Sargento Segundo; sus cualidades de hombre bragado lo llevaron a comandar un contingente que combatió en Puente Morelos, de Salinas Victoria, Nuevo León, donde su tropa salió triunfante y de inmediato se le ascendió a Sargento Primero.
Había dejado en el pueblo a su esposa Señora Josefa Flores que clamaba a sus dioses por el feliz retorno de su marido ya que se habían casado el 13 de abril de 1910.
Siguieron las escaramuzas y los enfrentamientos con diversas partidas de facinerosos y de nueva cuenta le tocó participar en una de las más sonadas y cruentas batallas del Ejército Constitucionalista, la toma de Monterrey, que se llevó a cabo entre los días del 20 al 25 de abril de 1914.
Su lucha tenaz y arrojo en el campo de batalla le hicieron merecedor al grado de Subteniente.
Tal osadía demostró en el combate que fue designado miembro de la Escolta del General Jesús Carranza hermano del prócer Venustiano Carranza.
Siguieron los enfrentamientos y al triunfo de la legalidad, se logró la pacificación de la región que a ellos correspondía.
Al término de las acciones, se dio de baja para volver al lado de los suyos con el grado de Teniente, el 27 de agosto de 1914, cumplidas sus metas ya que se entregó a la acción, pensando en la reivindicación del pueblo a través de los principios de la lucha armada, quería como todos los demás, sacudirse la tutela de las clases poderosas que ejercían con sus ideales retrógradas la sumisión del pueblo, no aceptaba que los gobernaran reaccionarios.
El tiempo que formó parte del Ejército Revolucionario fue corto, pero tuvo feroces combates y luchas que le ganaron el respeto y la admiración de sus compañeros.
Volvió a cultivar la tierra y a la crianza de ganado en su Rancho Palo Blanco, donde vivió largos años.
El 8 de febrero de 1966 el General de División Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional, le otorgó Diploma de la Legión de Honor Mexicana por la valiosa participación en la lucha armada.
Cinco años después el 7 de marzo de 1971, habiendo tenido una vida apacible, moderada y cuajada de recuerdos al lado de su esposa Señora Josefa Garza y de sus hijos: María del Pilar, Edelmira, Guadalupe, Juanita, Martha, Josefina, Heliodoro, Carmela y Jesús María, fallece sin estar enfermo, apaciblemente, sin sufrimientos y dolores.
Era tal la estima que le tenían los miembros del Ejército en activo, que enviaron un pelotón de soldados para que le rindiera todos los honores de ordenanza como Héroe de la Patria.
Descanse en Paz el TENIENTE SILVERIO GARZA FLORES.
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista