No deja de extrañar que quienes ayer criticaban y se quejaban porque el Congreso era la caja de resonancia del Ejecutivo quieran regresar a lo mismo.
Viene esto a colación debido a que, durante su campaña, el candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, ha venido insistiendo en la conveniencia de ganar también la mayoría en el Congreso, pues ello le garantizarán sacar avante sus iniciativas.
Pero viendo como se las gastan quienes llegan al poder, se considera más sano que exista un contrapeso en el Congreso, tal y como viene ocurriendo desde mediados del sexenio de Ernesto Zedillo.
Dicha situación puede ser inconveniente para el gobernante en turno, pero no para la ciudadanía, pues impide que se tomen acuerdos contrarios a sus intereses.
Como ejemplo, basta recordar cuando el Presidente Vicente Fox, en el arranque mismo de su administración, pretendió gravar con el IVA alimentos y medicinas, propuesta que fue rechazada en el Congreso, que funcionó como contrapeso y nos salvó de estar pagando más por algo ya de por sí carísimo.
Ahora bien, puede ocurrir que lo propuesto por el Ejecutivo realmente signifique un beneficio para el pueblo, en cuyo caso dependerá de su habilidad y capacidad de diálogo, para alcanzar concensos con las otras fuerzas políticas representadas en el Congreso.
Podrá argumentarse que esto no es cosa simple, y menos lo será si quien encabeza el Ejecutivo aplica aquello de que a Dios rogando y con el mazo dando, pues mientras por un lado llama al diálogo, por otro se dedica a denostar y a descalificar a los miembros del Legislativo, particularmente a los de la oposición, como ha venido ocurriendo a lo largo de este sexenio.
Así las cosas, con el 2 de julio a la vista, no está de más pensar en la conveniencia del voto diferenciado, porque de otra manera, mañana el Congreso será igual que ayer.