Las personas que se han ocupado de estudiar a los grupos indígenas que habitaron nuestro país, antes de la llegada de los españoles, dedicaron muy poca atención a los grupos de la región noreste. Esto se debe a que como en el centro y sur de México existen zonas arqueológicas muy llamativas, era natural que se prestara toda la atención a ellas y quedara olvidada la comarca de Coahuila, Nuevo León, y Tamaulipas, que con el sur de Texas, forman una unidad y constituyen lo que podríamos llamara el área de “Aridoamérica”. Esta área estuvo formada por grupos de cazadores-recolectores nómadas, en contraste con Mesoamérica que fue habitada por agricultores.
El nombre genérico con que se les ha denominado fue el de Chichimecas; estos comprendían grandes subgrupos. Tomando como centro geográfico a Monterrey, hacia el norte y hasta la orillas del Río Bravo se encontraban los Alazapas; hacia el sur los Huachichiles; al poniente los Coahuiltecos y al oriente los Borrados.
La vida nómada
Todo el grupo chichimeca tenía el mismo género de vida nómada. La vida nómada no era ni improvisada ni desordenada; la regulaba la necesidad de obtener alimentos. Cazadores y recolectores seguían a las especies de animales que les proporcionaba alimentos y materiales necesarios para elaborar los vestidos, la habitación y los instrumentos. Los recolectores migraban de una a otra comarca según la época del año en que maduraban los distintos frutos y semillas silvestres.
El hogar y los enseres
Estos grupos de indios habitaban el los repechos de las rocas o en los nontes. Sin embargo, en el invierno o en tiempo de guerra, construían pequeñas aldeas de hasta quince chozas dispuestas en forma de media luna. Esas habitaciones, de carrizo y zacate, tenían forma de campana, carecían de ventanas y tenían un hueco para entrar por ellas. Si tenían alguna piel de animal, la usaban como cama, si no, dormían en el suelo. Un poco de zacate les servía de cabecera.
Para guardar alimentos usaban cestos de fibras y como platos utilizaban conchas de tortuga.
El vestido
La mayoría de los grupos cazadores sabían curtir pieles y se vestían con ellas. Había diferencias en el vestido entre cada grupo. En algunos de éstos, hombres y mujeres usaban unos zamarros hechos de pellejos de conejos, torcidos en forma que cada pellejo hace un hilo. Llevaban el cabello largo y suelto, atado a veces con una cinta de piel que les llegaba por detrás, más debajo de la cintura. Las mujeres vestían un faldellín de cierto tipo de hierba torcida o formando por dos piezas de piel de venado adornadas con frutas secas, caracoles y dientes de animales que producían cierto ruido al andar.
Los alimentos
La alimentación cuando no era a base de frutas, se limitaba al mezcale, una comida que hacían de la pulpa de la lechuguilla cocida en hornos de piedra, como la barbacoa.
La tuna del nopal solían comerla al natural o cocida como barbacoa. En la época en que esta fruta maduraba, los varones traían siempre una redecilla para cortarlas; eran muy hábiles para limpiarlas y comerlas. La flor de nopal también formaba parte de su alimentación.
El mezquite, muy abundante en la región, lo comían fresco al madurar, aunque también ya seco. Lo molían y cernido lo ponían en pequeños sacos tejidos o en nopales abiertos. Abundan los alimentos de origen animal y de éstos la carne preferida era la del venado.
La organización social
Su organización era patriacal. La división del trabajo se realizaba por sexos: Al hombre le correspondían la caza, la guerra y la elaboración de utensilios necesarios para esas actividades, y las mujeres desempeñaban las más variadas y difíciles tareas, como criar a los niños, cuidar a los animales y elaborar los utensilios necesarios para la vida doméstica. También curtían y adornaban los cueros de los animales, acarreaban el agua, la leña y recolectaban frutos y semillas.
En cuanto al casamiento, bastaba con que el pretendiente diera por la novia la carne de un venado o su piel.
La organización política
No había una organización política propiamente dicha. Los jefes guerreros se encargaban de dirigir las operaciones militares, el cargo se daba a quienes destacaban por su valor y habilidad
Pintura y tatuajes
Una de las principales finalidades de la costumbre de tatuarse era la posibilidad de distinguir a los miembros de cada grupo, principalmente en los combates.
Había grupos que ocasionalemente solían pintarse figuras de sapos, víboras y otros animales, sobre todo cuando iban a pelear pues creían que así estaban protegidos. Los tatuajes eran de distintos colores.
La guerra
Sus armas eran el arco y la flecha. Para el arco usaban la raíz del mezquite por fuerte y flexible; las flechas la hacían de carrizo fino y consistente.
La religión
El culto religioso no existía entre los nómadas. Según los cronistas españoles no tenían ídolos ni templos. El hechicero era una persona que practicaba su acción mágica-curativa únicamente con fines individuales.
Los festejos
Las fiestas o mitotes eran frecuentes y se usaban para planear guerras o ataques para reconciliarse con grupos enemigos o simplemente por gusto. En las fiestas la comida y la bebida eran abundantes, puesto que las preparaban con tiempo.
La música
Sus instrumentos musicales no eran muy variados, apenas tocaban unas sonajas hechas con calabazas con muchas perforaciones y piedrecitas de hormiguero. Otro insturmento era un trozo de palo al que le hacían rayas o ranuras profundas y al tallrlas producían un sonido agradable. También usaban flautas de carrizo.
La danza
Danzaban al ritmo de la música muy cerca unos a los otros, formando círculos concénticos en torno al fuego, estas danzas eran prolongadas, solían durar hasta seis horas, sin descansar. En el mismo baile se formaba un coro en el que intervenían hasta cine voces.
Tomado del libro: Nuevo León, Montes Jóvenes sobre la Antigua Llanura.
Monografía Estatal: S.E.P. México, 1982.
Edición Experimental. Israel Cavazos Garza.
Aportaciòn del “Consejo de la Cultura y la Historia Sabinas Hidalgo”.
Captura: Erika Arizpe Serrano.